Ayer, los gobiernos de China y Estados Unidos anunciaron los resultados de dos días de negociaciones en Ginebra, Suiza, revelando un documento conjunto de 395 palabras que ha generado tanto expectativas como incertidumbre. Este acuerdo, aunque presenta reducciones arancelarias, es esencialmente una tregua sin garantías en el contexto de una prolongada guerra comercial entre ambas naciones.
Como parte de este acuerdo, ambos gobiernos suspendieron por 90 días 24 puntos de los aranceles impuestos el 2 de abril, disminuyendo las tasas de imposición de 34% a 10% para ciertos productos. Además, se eliminaron aranceles recientes aplicados el 8 y 9 de abril. No obstante, los aranceles impuestos antes del 2 de abril permanecen intactos, lo que complica la percepción de avances significativos. Por ejemplo, un arancel del 34% sobre los autos eléctricos se redujo a 10%, lo cual continúa siendo elevado respecto a la tasa normal del 2.5% que figuraba antes de 2018.
Mientras que algunos medios han resaltado que el arancel se ha reducido “a 30%”, esta cifra resulta engañosa al carecer de un contexto claro. Aunque en ciertos casos la reducción es evidente, las tasas quedan aún muy por encima de los niveles habituales que oscilan entre 0 y 10%. Este enfoque centrado en el “30%” puede dar una idea exagerada del progreso logrado en las negociaciones.
China, por su parte, realizó reducciones equivalentes y suspendió algunas restricciones no arancelarias, como las relacionadas con la exportación de tierras raras. Sin embargo, ambos gobiernos decidieron mantener muchos aranceles establecidos durante la guerra comercial de 2018, como los de 7.5% y 25% impuestos por Estados Unidos, revelando así la persistencia de tensiones estratégicas entre ambos países.
El acuerdo actual no altera los aranceles impuestos sobre acero, automóviles ni sobre el fentanilo, cuyas tarifas punitivas se justifican por la responsabilidad de China en la exportación de precursores químicos. Las omisiones que dejan estos aranceles en pie sugieren que, aunque se ha evitado una escalada inmediata, aún persisten grandes desafíos y tensiones.
Una vez divulgado el acuerdo, el peso mexicano se depreció un 0.83%, cerrando en 19.61 por dólar, lo que sugiere efectos colaterales sobre el comercio en la región. Este nuevo marco de relaciones podría beneficiar a sectores estratégicos en Estados Unidos, atrayendo capitales, pero también presenta retos para México, que podría experimentar una mayor competencia frente a productos chinos, específicamente en sectores como el electrónico y textil.
Es crucial reconocer que, a pesar de las reducciones y el alivio temporal brindado a las cadenas de suministro, la situación del comercio bilateral aún se mantiene distorsionada. Este acuerdo, aunque representa un intento de diálogo tras años de falta de comunicación efectiva, no ofrece una solución estructural. Si ambos gobiernos son capaces de aprovechar esta oportunidad, podría abrirse un camino hacia un entendimiento más profundo.
La información presentada aquí corresponde a la fecha de publicación original, 2025-05-13 00:46:00.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.