Debería haberse celebrado a comienzos de 2020, pero la pandemia truncó el calendario, y se tuvo que aplazar de nuevo. Finalmente la subasta de las frecuencias del 5G se celebrará en el mes de julio y si, como es previsible, la competencia entre operadoras es la suficiente, la puja se completará ese mismo mes. La asignación de frecuencias, el espacio radioeléctrico de titularidad pública (aunque no se trate más que de aire), llega tarde y esa demora va a tener consecuencias en la recaudación.
El precio de salida de la puja en España será de 995,5 millones de euros, un 15% menos que la cifra inicial sometida a consulta pública. La rebaja era una petición insistente de los operadores de telecomunicaciones, ante las ingentes inversiones que deberán hacer para desplegar la nueva red. Se calcula que solo el despliegue de la red supondrá un desembolso de 5.000 millones de euros. La recaudación final de la subasta dependerá del interés que despierte la puja entre los operadores de ámbito nacional. La única referencia son los 2.100 millones que el Ministerio de Hacienda se marcó como objetivo recaudatorio en los Presupuestos Generales del Estado para 2021.
Los países europeos cuanto más adelantaron la subasta, mayor recaudación consiguieron. La telefonía 5G despertó unas expectativas inusitadas cuando se definió su estándar tecnológico universal, pero con el paso de los años la percepción del mercado es que esa revolución no tendrá una influencia significativa en los ingresos de los operadores, sobre todos los europeos, que, aunque deberán afrontar una inversión considerable, están obligados a alquilar esas redes a precios regulados a los competidores sin red. Es decir, que Telefónica, Vodafone u Orange no se pueden arriesgar a cobrar un extra a sus millones de clientes de telefonía móvil debido a las ofertas paralelas low cost de competidores como MásMóvil o Digi.
Además, en España el retraso se ha debido también al problema añadido de las cadenas de televisión que ocupaban las frecuencias que albergarán ahora los servicios 5G, y a las que ha habido que mudar a otras bandas para evitar interferencias. Este proceso, conocido como dividendo digital ya se produjo cuando el apagón de la televisión analógica y el tránsito a la televisión digital terrestre (TDT). Y es muy prolijo, porque hay que dar tiempo no solo a las teles sino a las comunidades de vecinos para que reorienten antenas y equipos, y a los telespectadores para resintonizar los canales. Por si fuera poco, mientras las operadoras deben pagar un cheque millonario por la concesión de las frecuencias, a los grandes imperios mediáticos (RTVE, Mediaset, Atresmedia y canales autonómicos y locales) no solo les sale gratis, sino que el Gobierno les subvenciona la migración a otra banda de frecuencias.
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