Por Carlos Zanón
1) No es un río
Selva Almada – RANDOM HOUSE
No es fácil sobrevivir a un primer libro como Viento que arrasa, pero si alguien podía conseguirlo es Selva Almada (Villa Elisa, Argentina, 48 años). Tercera pata de una trilogía que no era tal: hablar conciso, gestualidad contenida, una mirada al laberinto ciego de la violencia masculina articulada contra la naturaleza, la mujer, la impotencia y la falta de palabras. Su estilo es una caricia con manos ásperas, en esta ocasión para explicar el regreso de Enero Rey y Negro con el hijo de un amigo muerto, Tilo, al lugar del río donde este se ahogó. Pescar, emborracharse, pira nihilista.
2) Revancha
Kiko Amat – ANAGRAMA
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Kiko Amat (Sant Boi de Llobregat, 50 años) regresó con Antes del huracán para recordarnos cuánto le echábamos en falta y con esta historia de violencia, venganza, amor, dependencia y pertenencia ultra, rompe el tablero. Lo certero del talento (temática, enfoque, oportunidad, verdad) no oculta el oficio de escritor, al construir este complejo mapa de voces, personajes, situaciones, huidas y game over que es Revancha. Dibuja y desdibuja su propio territorio (mental, geográfico, existencial) manteniendo a raya la sentimentalidad y la ternura, lo escatológico y la superchería. Cambiando de traje, libro a libro, incluso con las manos atadas para no hacerlo fácil, es capaz de una novela como esta.
3) Trigo limpio
Juan Manuel Gil – SEIX BARRAL
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Rutilante premio Biblioteca Breve, Juan Manuel Gil (Almería, 42 años) construye con Trigo limpio un homenaje a las aventis, a los explicadores de historias, a los mentirosos, los olvidadizos y los urdidores de leyendas de infancia. Sofisticado artefacto de relojería que el autor consigue que nos llegue fresco y entretenido. El narrador y un amigo de infancia que reaparece en su vida se buscan y se esconden para hablarnos de recuerdos inventados y verdades huidizas. Juego de pies ágil —diálogos, cambios de planos, capítulos breves—, sentido del humor y personajes que recuerdan al mejor Mendoza en un thriller desmemoriado, fresco y estimulante.
4) Miss Marte
Manuel Jabois – SEIX BARRAL
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De primeras, un cliché, casi un subgénero: una niña de dos años desaparece en un pueblo costero del norte, en esta ocasión, Costa da Morte. Era la hija de una enigmática y excéntrica chica, May. Las dos llegaron a ese pueblo y al grupo de amigos que las acogieron como desde un ovni. Estructurado a través de las distintas voces de testigos mientras la cineasta Berta Soneira y el narrador trabajan en un documental del caso, Jabois (Sanxenxo, Pontevedra, 43 años) factura una impecable novela en la que todas las noticias son buenas. Extraordinario articulista, aquí se somete a la disciplina de la novela para demostrar que es igual de bueno chutando a pierna cambiada.
5) El invencible verano de Liliana
Cristina Rivera Garza – RANDOM HOUSE
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Cristina Rivera es mexicana (Matamoros, 56 años), pero desde 1989 reside en Estados Unidos como profesora universitaria. Un año después de que se fuera, su hermana Liliana, de 20 años, fue asesinada presuntamente por su novio, que no aceptaba la ruptura. Al día siguiente del crimen huyó y aún está en paradero desconocido. La autora de libros premiados y elogiados como Nadie me verá llorar o La muerte me da, construye un soberbio edificio literario de denuncia contra los feminicidios en su país, a partir de textos de la propia Liliana, recuerdos de amigos y familiares. Emocionante, terrible, durísimo libro que consigue al mismo tiempo justicia, memoria y literatura.
6) Esta herida llena de peces
Lorena Salazar Masso – TRÁNSITO
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Con esta primera novela, Lorena Salazar (Medellín, Colombia, 1992) ha deslumbrado a lectores y críticos. Una madre y un niño viajan en canoa por el río Atrato. La madre es blanca y el niño, negro. En este viaje a través de la selva colombiana, Salazar nos habla del miedo, del choque entre dos culturas. También sobre arraigo e identidad, ese micromundo perfecto de una madre y su cachorro. Basculando entre lo onírico y lo testimonial, una prosa poética, siempre a punto de hacerse pedazos a causa de una violencia que, tarde o temprano, el adulto sabe que acabará por aparecer.
7) Niños aparte
Julieta Valero – CABALLO DE TROYA
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Julieta Valero (Madrid, 49 años), poeta, se embarca en esta novela en la que hace sonar voces y registros alrededor de una pluralidad de temas como el deseo, la crianza, el amor y el desamparo y la vida como un territorio a veces a la intemperie, y en otras, bajo techado. Lo hace con una suerte de subtramas y personajes con voz propia, pero alrededor del esqueleto de dos mujeres, de su atracción, amor y desamor, que se encuentran a la entrada y salida del colegio de sus respectivos hijos. Lúcida y divertida, apasionada y con oficio, Valero nos hace mirar lo cotidiano sin épica ni demolición.
LITERATURA TRADUCIDA
Por Patricio Pron
8) Hamnet
Maggie O’Farrell. Traducción de Concha Cardeñoso – LIBROS DEL ASTEROIDE
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No sabemos demasiado acerca de la vida de William Shakespeare; de hecho, según algunos, ni siquiera sabemos si existió, cosa que otorga una dimensión casi sobrenatural a su obra. La escritora británica Maggie O’Farrell cree que sí lo hizo, y Hamnet intenta responder algunas preguntas sobre el asunto: lo hace imaginando allí donde la documentación no es suficiente y desplazando el foco de la historia del “gran hombre” a las de su esposa y sus hijos, en especial ese Hamnet que dio origen a un príncipe de Dinamarca dispuesto a todo por vengar a su padre.
9) M. El hombre de la providencia
Antonio Scurati. Traducción de Carlos Gumpert – ALFAGUARA
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Un año después de la publicación de M. El hijo del siglo, la de M. El hombre de la providencia constata el talento y la ambición de su autor, quien en su trilogía sobre Benito Mussolini narra una de las trayectorias políticas más desconcertantes del siglo XX, así como la deriva de un país que amaba tanto los disfraces que acabó desconociéndose a sí mismo: su libro es muy buena literatura, pero el resurgimiento del fascismo en Europa no lo es, desafortunadamente, y aquí tenemos un espejo (no del todo) deformante de nuestros tiempos.
10) Klara y el sol
Kazuo Ishiguro. Traducción de Mauricio Bach – ANAGRAMA
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Philip K. Dick se preguntó, en lo que ya es un lugar común, si los androides sueñan con ovejas eléctricas. No lo sabemos, desde luego, pero sí sabemos que tienen los ojos bien abiertos, y en Klara y el sol leemos cómo uno de ellos, que cuida a una mujer enferma, se convierte en algo más que humano, en una conciencia arrojada al mundo por el artificio tecnológico para asistir, pero también para comprender. Kazuo Ishiguro es, entre los autores contemporáneos, el más dotado para responder la única pregunta que deberíamos formularnos en este momento: en qué nos estamos convirtiendo.