Mientras que, en Managua, capital de Nicaragua, Daniel Ortega se preparaba este lunes para jurar un cuarto mandato consecutivo como presidente, en Madrid, Victoria Cárdenas, esposa de uno de los 170 presos políticos en Nicaragua en la actualidad —según datos avalados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos—, alzaba la voz ante la comunidad internacional para lograr la libertad de su marido. Juan Sebastián Chamorro fue encarcelado hace siete meses durante su participación como precandidato en las elecciones presidenciales. Desde entonces, su esposa y su hija han tenido que vivir en el exilio en EE UU, no pueden visitarlo y apenas reciben noticias de él. “Mi familia solo lo ha podido verlo cuatro veces. Como él, estoy acusada de traidora a la patria y si vuelvo a Nicaragua correría el mismo riesgo y caería presa”, cuenta Cárdenas.
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Con la voz desencajada, la mujer recuerda las condiciones en las que fue retenido su esposo en la madrugada del 8 de junio de 2021. “Ocho patrullas y más de 40 policías armados llegaron a medianoche a mi casa y se lo llevaron. Allanaron mi vivienda por más de cuatro horas y desde ese momento no he podido volver a verle”. Le atormentan su estado de salud y las condiciones de su reclusión en la cárcel de Chipote, en la que se han registrado sistemáticos actos de tortura en contra de los prisioneros, de acuerdo con un informe de la Oficina del Alto Comisionado para Derechos Humanos de la ONU presentado en septiembre pasado. “Él ha perdido tanto peso, que me ha dicho mi cuñado que si entra por la puerta no lo reconocería”. Aunque Chamorro solo ha podido reunirse con su abogado en una ocasión, su proceso está suspendido y su detención es indefinida, su esposa cree en su resiliencia. “Está resistiendo con la moral y el espíritu fuertes porque sabe que es inocente, pero está en condiciones muy frágiles”.
La mujer ha volcado su vida en la causa de su esposo y los presos del Gobierno de Ortega. “En mi futuro solo está liberar a mi marido. Esa es mi cruzada”. Desde un hotel en la Gran Vía, se prepara para un día más de reuniones con diplomáticos, entrevistas y conferencias en las que expone su situación y aboga por la cooperación internacional ante la represión en su país. El Gobierno de Nicaragua ha cerrado cerca de 20 medios de comunicación en la última década, según un informe presentado el año pasado por la ONG Fundación Violeta Barrios de Chamorro.
A pesar de que Cárdenas llegó a España este domingo, ya se ha reunido con el ministro de relaciones Exteriores, José Manuel Albares, y varios representantes de diferentes ONG en busca de apoyo. “El mensaje del ministro es que España está comprometida con la democracia y la ayuda al pueblo nicaragüense”, cuenta. En su agenda semanal no queda mucho tiempo para el descanso. Cárdenas se ha acostumbrado a hablar con elocuencia y concreción, aunque la caracterice un suave tono de voz. Este lunes por la tarde expuso también su caso a los medios locales y algunos representantes de organizaciones civiles en la Casa de América. Además, estará en Bruselas y Ginebra esta semana para hablar con altos cargos europeos. Antes de la tragedia de su familia se consideraba una mujer discreta y alejada de los asuntos políticos. Sin embargo, el drama que la acompaña la ha obligado a exponerse públicamente. “Necesitamos el apoyo de la comunidad internacional para ejercer presión sobre el régimen de Ortega”, destaca sin pausas.
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