El presidente chino, Xi Jinping, lanzó este miércoles una insistente defensa de los avances de su país en el respeto de los derechos humanos, en una reunión virtual con la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet. La representante de Naciones Unidas se encuentra en China para una visita de una semana que tiene como eje un recorrido por la región de Xinjiang, en el noreste, para supervisar el trato que recibe la etnia uigur y otras minorías musulmanas, entre denuncias de gobiernos y ONG de graves abusos contra esa comunidad.
La visita de Bachelet coincide con la publicación, por parte de un consorcio de medios de 11 países, entre los que se encuentra en el país, de miles de fotografías y documentos que ilustran la campaña de represión sistemática de Pekín contra la minoría uigur. Centenares de miles de personas fueron enviadas a centros que Pekín asegura que eran escuelas de formación profesional para luchar contra el extremismo y que los defensores de derechos humanos sostienen que se trata de centros de reeducación donde los internos son sometidos con frecuencia a maltratos.
China sostiene que, en cualquier caso, la mayor parte de esas instalaciones se cerraron o cambiaron de uso y los internos han regresado a casa. Pero las ONG extranjeras sostienen que al menos una parte continúan operando como prisiones o centros de alta seguridad, y que los internos “graduados” son en muchos casos obligados a trabajo forzoso en industrias como el algodón.
Sin mencionar en ningún momento a Xinjiang ni la visita de la alta funcionaria a la región, el presidente chino aseguró que el desarrollo de los derechos humanos en China “se ajusta a las condiciones nacionales”. El concepto chino pone el énfasis en derechos como la subsistencia y el desarrollo, más necesarios en economías no totalmente avanzadas.
“Desviarse de la realidad y copiar al pie de la letra los modelos de otros países no solo no encajaría con nuestras condiciones locales, sino que acarrearía consecuencias desastrosas”, ha indicado Xi, en un comunicado divulgado por el Ministerio de Asuntos Exteriores en Pekín. “Al final, sería la gente común y corriente la que acabaría sufriendo”.
El presidente chino reconoció que “no hay ningún país ideal” en el respeto a los derechos humanos, pero subrayó que tampoco “hay ninguna necesidad de un ‘maestro’ que dé órdenes a otros países”, en aparente alusión a las críticas que el viaje ha recibido por parte de representantes de los Gobiernos en Washington y Londres. El martes, tras la publicación de los nuevos documentos sobre Xinjiang, el portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Ned Price, consideró que era “un error” que Bachelet hubiera “aceptado la visita, dadas las circunstancias”.
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