Recientemente en Sudáfrica, la reciente venganza del expresidente Jacob Zuma ha dejado al partido en el poder, herederos de Mandela, en una posición difícil. Zuma fue acusado de corrupción durante su mandato en 2018 y fue condenado a prisión en julio de 2021 por desacato a la corte. Desde entonces, sus partidarios han protestado en su apoyo, lo que ha llevado a un aumento de la violencia en el país.
La situación actual es alarmante. Los disturbios y saqueos registrados desde la semana pasada en Johannesburgo y KwaZulu-Natal son más graves de lo que se pensaba. Los bandas callejeras atacan tiendas, fábricas y otros negocios indiscriminadamente, y han dejado un rastro de destrucción y caos. Según la policía sudafricana el número de fallecidos ya supera los 200 y los detenidos por la fuerza policial cerca de 2.000.
El partido gobernante, Congreso Nacional Africano (CNA), ha sido criticado por su respuesta tardía y tibia a la violencia. Su líder y presidente Cyril Ramaphosa no solo ha sido incapaz de detener la violencia, sino que ha tenido que cancelar su viaje a un foro económico internacional en París para hacer frente a la crisis. La incapacidad del gobierno para mantener la paz y el orden ha conducido a una creciente desilusión con la organización política.
Lo preocupante es que, cuanto más se prolongue la violencia, mayores serán las consecuencias para el país. Sudáfrica es la segunda economía más grande del África subsahariana y los disturbios solo van a empeorar la ya degradante situación económica. Las CAD se han devaluado, el riesgo país se ha incrementado exponencialmente, la inversión extranjera ha disminuido y el precio de los alimentos se ha disparado.
Los sudafricanos necesitan líderes fuertes que estén dispuestos a tomar medidas drásticas para restaurar la seguridad y proteger a su población. El país necesita una gobernanza efectiva, transparencia y una estrategia económica clara. Los herederos de Mandela, quienes una vez representaron la esperanza y la unidad para Sudáfrica, ahora se enfrentan a un panorama sombrío. Sudáfrica debe superar esta crisis y revitalizar su economía para salvaguardar su futuro.
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