En el marco del Día Nacional del Cacao y del Chocolate, celebrado el 2 de septiembre, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha revelado un hallazgo fascinante que reconfigura nuestra comprensión sobre el legado del cacao en Mesoamérica. Investigaciones recientes han detectado rastros de teobromina, un indicador clave del cacao, en una antigua vasija olmeca encontrada en el sitio de Cerro Manatí, Veracruz. Este descubrimiento sugiere que el uso ceremonial del cacao se remonta ocho siglos más allá de lo que se había pensado previamente.
El cacao, que en la antigüedad no solo se consumía como una bebida sagrada, también desempeñaba un papel crucial en la simbología social y ritual de las civilizaciones mesoamericanas. Era especialmente valorado entre las élites, quienes lo consideraban un símbolo de estatus y poder. Con la llegada de la época novohispana, el chocolate experimentó una transformación significativa: su elaboración se enriqueció con el añadido de azúcar, vainilla y canela, iniciándose este proceso en conventos, particularmente por las monjas en Oaxaca en 1529. Este giro en la preparación del chocolate convirtió una bebida que era estrictamente reservada para nobles y guerreros—como los pipiltin y pochtecas—en un artículo de prestigio dentro de los círculos sociales de la nueva era colonial.
A partir del siglo XIX, el chocolate en México dio un paso hacia la industrialización, siendo producido en talleres artesanales y fábricas, como la de Diego Moreno, establecida en 1841. A medida que avanzaba el siglo XX, la mecanización del proceso permitió reducir costos y facilitar un consumo masivo, aunque la riqueza de la tradición artesanal se mantuvo viva a lo largo del tiempo.
Este contexto histórico acerca del cacao y el chocolate no solo nos invita a reflexionar sobre su importancia cultural, sino también a celebrar su influencia perdurable en la identidad mexicana, que hoy sigue vigente en la gastronomía y la tradición. Así, el cacao y su evolución han narrado la historia de un país, revelando no solo la complejidad de sus raíces, sino también su capacidad de adaptarse e integrar nuevas influencias a lo largo de los siglos.
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