Son bien conocidos los atractivos de las localidades costeras del sur de la Comunidad Valenciana, de Dénia a Guardamar del Segura. A espaldas de la ciudad de Alicante, sin embargo, florece un corredor de valores paisajísticos y gastronómicos que merece la pena recorrer. Esta ruta nos llevará desde Elche, en la comarca del Baix Vinalopó, a Cocentaina, en El Comtat.
No muy lejos encontramos la zona de cultivo de la uva embolsada del Vinalopó, ese pequeño milagro que propicia la costumbre española de comerse las uvas en Nochevieja. Su proceso particular de maduración las sirve en la mesa en diciembre, cuando el resto de variedades ya han culminado su recolección.
En Elche (o Elx, que es su denominación más apropiada) se puede recalar solo para disfrutar de un impresionante palmeral. Sus 500 hirsutas hectáreas son patrimonio mundial de la Unesco desde el año 2000, título que también mereció el Misteri (pieza única de teatro asuncionista medieval) al año siguiente. Para los amantes de emociones más calóricas, habría que mencionar la denominación de origen Magrana Mollar d’Elx, un tipo de granada de sabor intenso y numerosas propiedades saludables.
Si nos acercamos después a la comarca de L’Alacantí podemos visitar el epicentro de la producción de turrón nacional. Estamos en Xixona. De aquí salen 15.000 toneladas al año entre turrones y mazapanes de las denominaciones de origen Xixona y Alicante. Esto representa el 95% del mercado europeo. El secreto de este dominio no puede ser otro que la materia prima, donde destaca la excelente almendra local de la variedad marcona. Contemplar, por otro lado, la floración del almendro nos reconcilia con lo que un paisaje humanizado pueda tener de espectacularmente bello.
Esta variedad de productos y de paisajes se concreta en dos referencias ineludibles del mundo gastronómico que afianzan el atractivo de nuestra ruta: la escuela y tienda de pastelería de Paco Torreblanca, en la localidad alicantina de Petrer, y el restaurante L’Escaleta, en Cocentaina.