En el tercer debate de los candidatos republicanos, se observó que la ausencia de Trump fue el tema central de las críticas y ataques entre los contendientes. Aunque Trump no participó en el debate, su influencia y presencia se hicieron sentir a través de las fuertes críticas de sus rivales.
Los candidatos republicanos se mostraron ansiosos por hacerse notar y marcar diferencias con Trump, quien sigue siendo una figura dominante en el partido. En este sentido, se destacaron las críticas hacia su gestión pasada, así como hacia sus posibles intenciones de presentarse nuevamente como candidato.
Más allá de las críticas a Trump, los candidatos también aprovecharon la oportunidad para presentar sus propuestas y posiciones en temas clave como economía, inmigración y política exterior. Sin embargo, la sombra de Trump parecía eclipsar gran parte del debate, demostrando su impacto continuo en la política republicana.
Aunque este debate representó una oportunidad para que los candidatos destacaran sus propias fortalezas, es evidente que la figura de Trump sigue siendo un punto de referencia clave en la contienda republicana. Las críticas y ataques hacia él reflejan la lucha por el control y la dirección del partido, así como la influencia duradera de Trump en la política estadounidense.
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