El equipo del primer ministro británico, Boris Johnson, ha intentado rebajar este viernes el relieve de la visita oficial a Londres de su homólogo de Hungría, Viktor Orbán, después de que la oposición laborista criticara con especial dureza la conveniencia de atender a un invitado tan controvertido. El líder ultraderechista, incómodo y repudiado en Estados Unidos y Europa, ha pisado suelo británico con un historial indefendible sobre algunos de los asuntos más delicados en estos momentos para Downing Street. Calificó a los inmigrantes como un “veneno” y se ha referido a ellos como “musulmanes invasores”, y una investigación interna acaba de señalar el sesgo antimusulmán que sufre el Partido Conservador británico; es un estrecho aliado del presidente de Rusia, Vladímir Putin, y Londres ha calificado abiertamente al Gobierno de Moscú como su principal amenaza estratégica.
Orbán ha defendido también el levantamiento de las sanciones internacionales a Bielorrusia; y, sobre todo, es el dirigente más incómodo para la Unión Europea, con la que Johnson debe esforzarse en construir una nueva y fluida relación después del divorcio del Brexit. “El primer ministro ha expresado [a Viktor Orbán] su notable preocupación por la situación de los derechos humanos en Hungría, incluidos la igualdad de género, los derechos LGTBI y la libertad de expresión”, ha afirmado el equipo de comunicación de Downing Street al final de una reunión en la que no ha habido rueda de prensa conjunta.
La oposición laborista había expresado su dura oposición a una visita que tenía difícil explicación. Después del primer ministro de Irlanda, Orbán es el segundo líder de un país de la UE que visita oficialmente el número 10 de Downing Street desde que Londres soltó definitivamente amarras con la Unión Europea. La portavoz de Exteriores de la oposición, Lisa Nandy, había reclamado a Johnson que exigiera a Orbán, durante su encuentro, “una posición firme respecto al régimen de [Aleksandr] Lukashenko en Bielorrusia y a la Rusia de Putin”. Conscientes de que, a medida que se acercaba el momento, el encuentro entre los dos líderes iba suscitando más críticas y asombro, Downing Street quiso lanzar un tuit preventivo en el que condenaba los comentarios contra los musulmanes del primer ministro húngaro. “Ahora han decidido dar marcha atrás y enrollar de nuevo la alfombra roja”, respondía Nandy. “Cuando no dispones de ancla moral, siempre acabas a la deriva”.
Orbán ha elogiado en varias ocasiones a Johnson por haber logrado sacar adelante el Brexit, pero el ambiente político de Londres, justo cuando comienza a salir de la pandemia, en medio de serias acusaciones de incompetencia contra el Gobierno y con tensiones permanentes con Bruselas, no favorece la publicidad de determinadas alianzas. Los argumentos oficiales para defender la visita han sido básicamente que Orbán había solicitado el encuentro hacía más de dos meses, asegura el Gobierno británico, y las razones para negar un encuentro así deben ser muy sólidas.
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