Clara señal de la debilidad del Gobierno de Boris Johnson en un momento crucial. Cuando está exigiendo a los ciudadanos británicos nuevos sacrificios para hacer frente a la variante ómicron del coronavirus, más de un centenar de sus propios diputados conservadores han decidido rebelarse y dar la espalda a su líder.
Downing Street llevaba este martes a la Cámara de los Comunes las nuevas restricciones sociales anunciadas la semana pasada, para someterlas a votación. Ya se anticipaba una revuelta considerable en su grupo parlamentario, con un número cada vez mayor de diputados irritados por el escándalo de las fiestas prohibidas del equipo de Johnson durante las pasadas navidades, pero también por la confusión y contradicciones que han rodeado a algunas medidas anunciadas; la sensación de que la reacción del Gobierno ante la variante ómicron tiene algo de precipitado y la propia vena libertaria del ala dura de los tories, reacia siempre a cualquier maniobra que interpreten como un ataque a sus preciadas libertades individuales.
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La tímida decisión del Gobierno de Johnson de exigir, como ya hacen otros países europeos, un certificado covid para el acceso a algunos recintos públicos como discotecas o eventos masivos —ni siquiera para restaurantes o pubs— ha sido la que más rechazo ha provocado. El Gobierno de Johnson, que en teoría dispone en el Parlamento de una holgada mayoría de 79 diputados, ha tenido que sufrir la humillación de ver cómo sus medidas sanitarias salían adelante gracias a los votos de la oposición laborista.
Han sido 369 votos a favor, frente a 126 en contra. Es decir, según los cálculos bastante aproximados de los conocedores de la dinámica interna de las votaciones de Westminster, en torno a 100 diputados conservadores han votado en contra de la propuesta del Gobierno. La mayor rebelión sufrida hasta la fecha por un primer ministro que, apenas hace dos años, se aseguró una mayoría parlamentaria que le prometía un futuro sin sobresaltos.
El no de Corbyn
No solo ha sufrido Johnson un duro golpe respecto al certificado covid. La tercera de sus propuestas parlamentarias, que exigía la obligación del personal sanitario de primera fila de someterse a la pauta completa de vacunación, también ha salido adelante, pero después de cosechar 100 votos de rechazo. La gran mayoría de ellos, diputados conservadores del ala más libertaria que definían la medida prácticamente de dictatorial, y advertían de que al menos 60.000 empleados del Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés) abandonarían sus puestos de trabajo, voluntariamente o la fuerza, si la medida se aprobaba.
La oposición laborista volvía a salir al rescate de Johnson, en un asunto que también había provocado divisiones en la izquierda británica y que contaba con la oposición de los principales sindicatos. “Votaré en contra de las vacunas obligatorias de los trabajadores del NHS y del certificado covid. Creo que ambas medidas son contraproducentes y crearán división, cuando necesitamos unidad y cooperación”, anunciaba en Twitter antes de la votación el anterior líder laborista, Jeremy Corbyn, en abierto desafío a las instrucciones de voto de su sucesor, Keir Starmer.
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