El rey Carlos III, de 74 años, ha acumulado una fortuna personal de 600 millones de libras esterlinas ―alrededor de 680 millones de euros― en los siete meses que lleva en el trono, lo que lo hace más rico que su difunta madre, la reina Isabel II, quien ocupó el cargo durante 70 años y cuya fortuna en su última edición de The Sunday Times Rich List se estimó en 370 millones de libras ―unos 420 millones de euros―, casi la mitad que la de su hijo ahora.
Según un exayudante de Carlos, el rey reconstruyó cuidadosamente sus finanzas después de su divorcio con Diana de Gales, ahorrando asiduamente algunas de las ganancias que recibió del ducado de Cornualles como heredero al trono.
El exconsejero señaló que Carlos se volvió prudente al guardar algo de dinero del ducado después de la aniquilación de capital que sufrió durante su divorcio, acumulando varias decenas de millones de libras en el proceso. También desmintió los rumores de que Camila, su actual esposa, aportó una gran cantidad de dinero a su relación después de su separación de la princesa de Gales.
Ambas residencias eran propiedad de la difunta reina como activos personales. Con su riqueza de 370 millones de libras, cualquier otra familia podría haberse quedado con una factura de impuesto de herencia de unos 148 millones de libras, pero su posición como monarca garantiza legalmente que no se aplique ningún impuesto a la herencia cuando los activos pasen “de soberano a soberano”.
Lo que se desconoce, todavía, es lo que Carlos heredó tras la muerte de su padre Felipe, duque de Edimburgo, ya que su testamento no se ha hecho público. Y el testamento sellado de la difunta reina ha sido colocado en una caja fuerte de Londres con los de más de 30 miembros de la realeza que han muerto desde 1910. Su ubicación es otro secreto.
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