#MÁSCARAS #LUCHA #LIBRE | Christian Cymet, quien es reconocido como el principal coleccionista de máscaras de lucha libre en México, opina que estas máscaras son verdaderas obras de arte que merecen ser tratadas con el mismo cuidado que se otorga a cualquier objeto que sea considerado patrimonio nacional. Durante una entrevista con La Jornada, él relata que cuando participó en una exposición en el Museo del Objeto del Objeto, solicitó que se restaurara una máscara del Villano Primero que data de los años 60 como condición para prestarla de su colección.
“Contrataron a un restaurador que aprendió a hacerlo, ya que nunca había rehabilitado una máscara; fue una gran experiencia para ambos”, rememoró.
Cymet ha mostrado parte de su colección en museos nacionales, de Estados Unidos y de Japón. Tiene más de 2 mil 500 máscaras, todas “usadas y luchadas”, que datan desde los años 50 hasta la actualidad; “las más antiguas son del Santo, el Médico Asesino, Blue Demon y Black Shadow.
“También tengo un archivo fotográfico, equipos, programas, revistas, cabelleras auténticas, mobiliario, como el reclinatorio que utilizaba el Santo en la capilla de su casa, además de obras de arte relacionadas con la lucha libre, por ejemplo de artistas como Demian Flores, y fotografías de Lourdes Grobet.
“En Guadalajara participé en el Museo de las Artes Musa, cuando se llevó a cabo la exposición En casa con mis monstruos de Guillermo del Toro. En Monterrey también se presentaron mis máscaras y fueron más de 100 mil personas a visitarlas.
“Fuera del país, mi colección ha viajado a ciudades de Estados Unidos, como San Francisco y Brownsville; también se exhibieron en Japón.
“El año pasado se montaron en una exposición en el Centro Cultural Contemporáneo de Barcelona”, detalló Christian Cymet.
Una pasión de infancia
Para el coleccionista, la lucha libre es parte de la tradición del país, reconocida en el extranjero, “la máscara ya se volvió un ícono de nuestra cultura”. Inició su colección cuando acompañaba a sus padres a buscar antigüedades: “Yo pedía cosas antiguas de lucha libre y los anticuarios me respondían que esas eran chácharas”, agregó.
También recordó que algunos luchadores mexicanos que fueron de gira a Japón ahí mismo vendieron algunas de sus prendas, “por eso existen muchos coleccionistas de máscaras en aquel país”, de donde Cymet repatrió un par, como la de Sangre Chicana y la de Faraón.
“Soy muy tradicional, me gustan mucho las máscaras sencillas, porque las de antes, además de ser simples fueron muy representativas; si uno observa el antifaz del Santo, no se necesita ver la máscara para reconocerla, con sólo ver el antifaz sabes de quién es; en cambio las máscaras de muchos luchadores actuales son muy parecidas; es difícil identificar a quién pertenecen”, finalizó Christian Cymet.
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