En las localidades ucranias que caen en manos del ejército ruso, la prioridad es evacuar en primer lugar a los vivos, especialmente los heridos para que puedan ser atendidos. “Llevo más de 20 años de profesión y no he visto daños como los que he visto estos días”, comenta Volodímir Andriiets, de 44 años y subdirector del centro médico. El tiempo parece haberse congelado en las estancias de este edificio decorado con plantas, muebles, tapetes de ganchillo y teléfonos que parecen traídos de un museo, pero donde los equipos médicos brillan por su ausencia.
En este hospital atienden ahora mismo a 28 civiles heridos que han llegado desde diferentes localidades de los alrededores de Brovari. La orilla oriental del río Dnieper, que riega una parte importante de Ucrania, es estos días escenario de combates entre los ejércitos de Ucrania y Rusia en los alrededores de la capital.
Bohdanivka, a unos 50 kilómetros del centro de Kiev, llevaba ya días en manos de las tropas del Kremlin, que no lograban avanzar hacia la capital y sufrían problemas de abastecimiento y logísticos. Por eso, los vecinos huidos ahora en Brovari coinciden al describir escenas de pillaje y abusos.
Rina, que también está siendo atendido de daños en el colon, tira de sorna: “El gran ejército ruso, pura pobreza”. Y se despacha a gusto: “Queremos que se vayan, que se vaya hasta el último. Quiero que toda Europa sepa qué tipo de Ejército es. No es un Ejército, son vagabundos. Y van vestidos peor que los vagabundos. Sin ducharse dos meses, sucios, grasientos. Sin ropa, vestidos con nuestra ropa”.
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