Los cultivos de hoja de coca en Colombia mantuvieron por tercer año consecutivo su tendencia a la baja en el Gobierno de Iván Duque, luego de haber alcanzado máximos históricos. El país andino ha logrado reducir en 7 % las hectáreas dedicadas al cultivo del producto base de la cocaína, pues la superficie total pasó de 154.000 a 143.000 hectáreas al cierre de 2020, de acuerdo con el informe anual del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de Naciones Unidas (SIMCI), que fue presentado este miércoles en la Casa de Nariño, el palacio presidencial en Bogotá. El mayor productor mundial de coca alcanzó un récord de 171.000 hectáreas en 2017.
En sus tres años en el poder, Duque ha dado un giro en la política antidrogas con respecto a su antecesor, Juan Manuel Santos (2010-2018). Mientras que Santos abogó por cambiar el enfoque en la lucha global contra el narcotráfico, y ha pedido abordar el problema como un asunto de derechos humanos y salud pública desde distintos foros internacionales –como lo hizo incluso en su discurso de aceptación del Nobel de Paz por el acuerdo firmado con la extinta guerrilla de las FARC a finales de 2016–, Duque ha marcado una línea más dura y un regreso al prohibicionismo.
“Es muy importante que en el mundo los países consumidores también hagan su labor y que en esa corresponsabilidad asuman una mayor capacidad pedagógica y policiva para enfrentar este fenómeno”, señaló el presidente en una declaración junto a sus ministros de Defensa y Justicia, así como Pierre Lapaque, representante en Colombia de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), encargada de la medición, que se toma como la cifra oficial de Colombia –por encima de las que publica Estados Unidos con una metodología diferente–. La nueva reducción, añadió el mandatario, “muestra el valioso esfuerzo institucional y la labor heroica y titánica de los miembros de la fuerza pública, de los erradicadores y de otros programas”.
El mandatario, que se opuso a la negociación con las FARC, ha favorecido la erradicación forzosa en detrimento de la sustitución voluntaria pactada con las comunidades de campesinos. “El mayor enemigo que ha tenido la construcción de la paz en Colombia es el narcotráfico”, señaló Duque este miércoles, al defender que su Gobierno ha tenido un enfoque “multidimensional”. No mencionó el propósito del Ejecutivo de regresar a las fumigaciones aéreas con glifosato, un controvertido herbicida potencialmente cancerígeno.