Una corte alemana ha emitido este martes una sentencia en cuanto a la estrategia de rendición de cuentas de los colaboradores del Holocausto. Un juez del tribunal regional de Itzehoe, al noroeste de Hamburgo, ha condenado a una exsecretaria de un campo de concentración nazi a una pena de dos años de prisión en régimen de libertad condicional. El tribunal declaró a Irmgard Furchner, de 97 años, culpable de complicidad en 10.505 asesinatos y de tentativa de asesinato en otros cinco casos.
La acusada trabajó como empleada civil en la oficina del comandante en el campo de concentración nazi de Stutthof, desde junio de 1943 hasta abril de 1945. Durante esos años ayudó a los responsables del campo en el asesinato sistemático de los internos. Ese argumento, el de condenar la labor de personas que realizaban puestos de segundo rango aunque no intervinieran directamente en ningún crimen concreto del nazismo, es el que han explorado los tribunales en los últimos años para tratar de hacer justicia después de décadas sin prestar atención a esos subalternos de los campos de concentración.
En el campo de Stutthof
Situado en Polonia cerca de la ciudad de Gdansk, las SS encarcelaron a más de 100.000 personas en condiciones deplorables durante la II Guerra Mundial, muchos de ellos judíos y prisioneros políticos. Según los historiadores, murieron unas 65.000 personas. El campo era famoso por el mal estado deliberado en el que mantenían a los prisioneros. La mayoría moría de epidemias, debilidad y malos tratos. El campo contaba también con una cámara de gas y una instalación para disparar al cuello de los prisioneros.
Furchner tenía entre 18 y 19 años en el momento del delito. En el juicio, que se prolongó durante 40 días, la Fiscalía acusó a la exsecretaria de haber “ayudado e incitado a las personas al mando del campo en el asesinato sistemático de los encarcelados allí entre junio de 1943 y abril de 1945 en su labor como taquígrafa y mecanógrafa en la oficina del comandante del campo”.
La exsecretaria ha asistido a los relatos desgarradores de su sufrimiento de varios supervivientes de Stutthof, sentada en una silla de ruedas. Poco antes de que se dictara la sentencia, la mujer extendió una suerte de disculpa: “Siento todo lo ocurrido y lamento haber estado en Stutthof en aquel momento”, dijo. “Es todo lo que puedo decir”.
El juicio comenzó con retraso porque el día previsto del inicio la acusada se dio a la fuga. La Fiscalía emitió una orden de detención y la anciana fue localizada horas después en una calle de Hamburgo.
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