Como cada día México amanecerá con una chica de escote imposible dando el pronóstico del tiempo, algún noticiero hablará de un crimen pasional para referirse a un feminicidio, las protestas de las mujeres contra la violencia serán reducidas a un grupo de vándalas que rompen el mobiliario público, la telenovela de la tarde mostrará la disputa entre dos mujeres por el amor de un hombre, una conductora acabará tundida en redes sociales por la narración de un partido de fútbol y una presentadora será silenciada por su compañero al aire.
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El machismo es omnipresente en la televisión mexicana. El espejo de una sociedad dividida, violenta y desigual donde 10 mujeres son asesinadas cada día. “La televisión es un reflejo de la sociedad en la que vivimos y un aparato ideológico que construye realidades, idealizaciones y que contribuye a crear ideas de lo que está bien y lo que está mal”, señala Amneris Chaparro, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“[La jugada] prácticamente podría considerarse un feminicidio. La deja muerta ahí, en el área”, decía el periodista de Multimedios Adrián Marcelo, durante la narración de un partido en 2019. Este es un ejemplo de la apología de la violencia de género que cada día millones de ciudadanos consumen en México. Durante décadas y gracias a la televisión, personajes de este tipo se convirtieron en referentes que normalizaron la violencia contra las mujeres. “El deporte es de las últimas trincheras del machismo”, considera la periodista de Fox Sports Marion Reimers, la primera mujer hispanohablante en narrar una final de la Champions League.
Cada día Reimers recibe cientos de mensajes llenos de odio a través de redes sociales. Pese a ello, no ceja en el empeño de cambiar desde dentro esa última frontera del machismo. “El periodismo de deportes es un caballo de Troya muy grande, le llega a un montón de gente, en la medida en que los contenidos sean inclusivos van a ser de mayor calidad y gran parte de la población que no está representada, hoy en día, va a sentirse mucho más vinculada con lo que ve en los medios”, señalaba.
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“La televisión es machista porque nuestra cultura es machista”, opina la conductora Azucena Uresti, titular del noticiero de las 22.00 horas en Milenio Televisión. “Lo más machista que existe es el tratamiento de la información. Pese a los esfuerzos, la violencia que sufren las mujeres sigue abordándose de manera superficial”, asegura. Imposibles de olvidar las imágenes del cuerpo de Ingrid Escamilla, asesinada por su pareja y desollada. Su fotografía acabó en la portada de varios diarios que no dudaron en ser partícipes de aquel feminicidio atroz.
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Los tentáculos del machismo en televisión llegan a ambos lados de la pantalla y no solo afectan a los contenidos. Azucena Uresti cuenta cómo las presentadoras son sometidas a un estricto canon de belleza que solo se aplica con las mujeres. La imagen sigue siendo algo que pesa en las comunicadoras como una losa. En una búsqueda rápida con el nombre de la periodista, de las primeras cosas que aparecen son su edad, cómo luce en bañador y cómo son sus piernas y sus glúteos. “A las mujeres se nos exige un estereotipo de belleza distinto que el que se exige a los hombres: de imagen, de presentación, de belleza, de edad, de vestuario. Hemos avanzado pero no hemos llegado a un punto en el que se exista equidad y respeto absoluto”, afirma.
Televisión Azteca, por ejemplo, fue la primera televisora en crear hace dos años una Unidad de Género que atendiera los casos de acoso, abuso sexual y hostigamiento. “Hemos tenido despidos y casos donde se ha dado una oportunidad de reparar el daño con talleres de capacitación y movilización”, declara Jacqueline L´Hoist, titular de la unidad. Este departamento fue clave en el caso del conductor y diplomático Andrés Roemer, del que la televisora se deslindó a principios de año, después de que más de 60 mujeres le acusaran de abuso y acoso sexual. “Las televisoras son universos muy complejos, conformados por cientos de personas que toman decisiones diversas. En ocasiones contradictorias”, considera Ana Francisca Vega.