La educación es una actividad humana y como prácticamente todas las actividades es una actividad orientada a unos fines, es decir, teleológica. Los fines y los objetivos de la educación reglada y obligatoria están definidos por un conjunto de competencias y contenidos cerrados. Se parte de la base que toda actividad tiene que ser evaluada para observar y detectar si se están consiguiendo los objetivos. Así que los exámenes y controles que se realizan al alumnado serían una especie de rendición de cuentas que permite descifrar los logros y carencias. Félix García Moriyón es Doctor en Filosofía y profesor del Departamento de Didácticas de la UAM: “Desde luego evaluar no es nada sencillo; para diseñar una buena evaluación, tanto informativa como formativa, hay que responder a las siguientes preguntas: ¿Qué se evalúa? ¿Cómo se evalúa? ¿Quién evalúa? ¿Para qué se evalúa? Aquí puede haber una cierta discrepancia entre lo que oficialmente ocurre y lo que de hecho ocurre”.
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Carmen Loureiro es profesora de educación secundaria y forma parte del Movimiento Pedagógico-filosófico Filosofía Para niños nos cuenta: “Evaluar es inevitable. En la educación se evalúa constantemente. Alumnado, profesorado, equipos directivos, relaciones dentro de la comunidad educativa, materiales didácticos, todo es sometido a evaluación. Lo que tendríamos que preguntarnos es si lo hacemos mejor o peor, si sopesamos los criterios y razones para que esa evaluación tenga sentido y sea útil para mejorar procesos y resultados, pero sobre todo para acercarnos a la clase de persona que queremos que sean nuestros alumnos, así como a la clase de mundo en que queremos vivir”. El profesor García Moriyón añade: “En la práctica, hay muchos modos de evaluar. Generalmente se usan pruebas de tipo “objetivo” casi todas expositivas (salvo asignaturas más proclives a poner problemas en los exámenes, textos argumentativos o texto creativos). De ahí la pregunta tradicional: Profe, ¿qué entra para examen? Y luego tiene un peso difuso pero real el comportamiento del alumnado, con cierta tendencia a premiar la docilidad”.
“El sistema siempre premia a los que se adaptan y se ajustan a las necesidades del sistema, por eso en este sistema de libre mercado con resabios neoliberales ha primado la competición frente a la colaboración. Y como además parece que solo los saberes científico-técnicos pueden contribuir al progreso del sistema, menosprecia los saberes humanísticos, que considera (aunque lo disimule) artificios poco útiles”, afirma la profesora Carmen Loureiro. ¿Cuál son los objetivos de los contenidos que enseñan en las escuelas? ¿Está la educación orientada a formar cabezas pensantes y críticas, o más bien a formar futuros operarios del engranaje del trabajo? ¿Quieren nuestros alumnos formarse o sacar la mejor nota?
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