La cumbre entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el de Rusia, Vladímir Putin, acaba de comenzar este miércoles en Ginebra (Suiza). Con gran expectación, muchos más recelos, y un orden del día que es un campo de minas. Una reunión bilateral entre los viejos enemigos de la Guerra Fría siempre conlleva su dosis de tensión, pero cuando sus dirigentes se conocen desde hace tanto tiempo.
Ambos países atraviesan su peor momento desde la caída de la URSS. En medio de una escalada de sanciones y expulsiones de diplomáticos a raíz de las interferencias electorales del Kremlin, los ciberataques y la represión a los opositores en Rusia, con el arresto de Alexéi Navalni como símbolo.
Lo áspero del orden del día contrasta con la espectacularidad del escenario, un palacete del siglo XVIII sobre una verde loma con vistas al lago Lemán. Alrededor del idílico paraje, Suiza ha desplegado a más de 4.000 policías y militares. La ciudad, sobre todo el centro y los alrededores de la Villa La Grange, nombre de la mansión, están blindados. Putin ha legado primero a la cita, seguido de Putin. Cerca de la una y media del mediodía, ambos mandatarios se han saludado ante el anfritión, el presidente suizo, Guy Parmelin, que les ha recibido en la entrada. La primera reunión, que comenzado en escasos minutos, incluye a los ministros de exteriores, el estadounidense Antony Blinken y el ruso Sergei Lavrov.
Biden llegó el martes por la noche a Ginebra, última parada de un viaje por Europa. Mientras que Putin, ha volado desde Moscú esta misma mañana, para regresar al final del día, en su primer viaje internacional desde la pandemia.
La Casa Blanca y el Kremlin avanzaron que estaban previstas entre cuatro y cinco horas de reunión, tras las cuales, cada uno dará una rueda de prensa por separado ante los periodistas de sus respectivas delegaciones.
INFORMACIÓN
Ginebra ha sido escenario de citas cruciales entre Washington y Moscú. En noviembre de 1985, en los últimos compases de la Guerra Fría. Se reunieron en ella Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, último presidente de la antigua URSS. En la primera fase del conflicto, en 1955, se citaron en ella Dwight Eisenhower y Nikita Kruhshev, dentro de la llamada cumbre los cuatro grandes (junto a Francia y Reino Unido).
La infiltración y asedio a equipos informáticos de Gobiernos, por una parte; y la delincuencia de grupos que secuestran datos de empresas y piden cifras millonarias como rescate, por otra.
Washington acusa a Moscú no solo de la gran operación de injerencia electoral de 2016. Sino también de penetrar en las entrañas de la Administración estadounidense. Como los ordenadores del Departamento del Tesoro, como ocurrió con el caso Solarwinds de la primavera pasada. En cuanto a ciberataques sonados como el que obligó a parar el gran oleoducto Colonial de la costa Este. Una de las mayores arterias energéticas de Estados Unidos. Biden no establece vínculos con el Kremlin, pero sí cree que esos grupos operan desde Rusia y que, por tanto, Putin debería ayudar a pararlos.
La primera Reunión
Los líderes de estos dos países desde el en verano de 2018 por Putin y el entonces presidente Donald Trump, que dejó boquiabierto a Estados Unidos, por la cordialidad mostrada por el estadounidense habida cuenta de las graves acusaciones de injerencias que trataban. Aunque esa sintonía no se tradujo en cambios reales ni en una rebaja de sanciones hacia Rusia.
Para Putin, la cumbre también es importante para la política interna. Vuelve a aparecer como un jugador en el tablero geopolítico global después de más de un año de perfil bajo, con escasísimas reuniones personales y ningún viaje fuera de Rusia, según el Kremlin. Aunque no haya resultados tras la cumbre, su celebración ya da puntos a Putin, según los analistas rusos.
Con la popularidad a la baja, las cifras de la covid-19 en Rusia cada vez más altas pese a que la vacunación está disponible desde enero.
El descontento social en auge por la renqueante situación económica, el cómo ‘venda’ los resultados de la cumbre de este miércoles puede ser un empujón para las elecciones parlamentarias de septiembre.
Dentro de la Villa La Grange, la delegación rusa ha preparado todo al milímetro: la temperatura de la sala donde conversarán los delegados rusos junto a los presidentes, con suelos de madera, alfombras y gruesos cortinones dorados, estará fija en 18 grados centígrados, requisito de Estados Unidos, según contaba la televisión rusa; este miércoles hace 30 grados en Ginebra. Sobre la mesa de trabajo, con mantel blanco, envases circulares de desinfectante.