Si hubiera un juicio para sentenciar el origen del coronavirus, la inocencia equivaldría a la transmisión espontánea a los humanos: esta sería la sentencia si no se demostrase lo contrario. Se necesitarían pruebas muy sólidas para concluir que el virus infectó a una persona en un laboratorio y ahí comenzó la transmisión; hoy por hoy, no las hay. El problema es que tampoco se ha encontrado el arma del crimen, el animal intermedio que transmitió un virus de un murciélago a una persona y comenzó toda la cadena de infecciones hasta desatar una pandemia. Y, mientras no se halle, no se puede cerrar por completo la puerta a otras hipótesis.
Una carta publicada en la revista Science el 14 de mayo por 18 prestigiosos científicos (solo uno de ellos experto en coronavirus) pidiendo que no se descarte la hipótesis del escape del laboratorio ha reabierto la discusión. Joe Biden, presidente de Estados Unidos, recogió el guante y ha pedido un informe concluyente en 90 días, algo, por otro lado, sumamente complicado.
Más allá de eso, de la carta y de la decisión presidencial, no hay ninguna nueva evidencia sólida que haga pensar que la tesis mayoritaria de la comunidad científica, la transmisión a través de un animal intermedio, sea incorrecta. Pero muestra esa rendija alternativa que genera un gran interés: las teorías de la selección natural tienen difícil competir con el misterio.
En este caso, además, no se trata de una conspiración irracional, como la que asegura que la Tierra es plana. Existen motivos para pensar que el salto a los humanos se pudo producir en un laboratorio: no que fue allí creado, algo que sí va línea con las teorías conspirativas más inverosímiles. Lo que ha ganado fuerzo es que la primera infección humana fue producto de un accidente en un experimento. “Las probabilidades son pequeñas pero no diminutas, y es importante hacer una investigación creíble y exhaustiva del origen de la pandemia que incluya la posibilidad de un accidente de laboratorio”, declara a la agencia SINC Stephen Goldstein, virólogo experto en coronavirus de la Universidad de Utah. “Sin embargo, priorizar esa hipótesis a expensas de investigar la ruta zoonótica convencional sería un error enorme”, zanja.
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