Robert era un vecino de la exclusiva urbanización gaditana de Sotogrande. A sus 64 años, fingía ser tan solo un inglés antiguo miembro de la Royal Navy (Marina Real británica) que había hecho un pingüe negocio de su gran pasión, la náutica. Tras esa coartada, labrada en esa suerte de pequeña ciudad privada al margen de la realidad que la rodea que es Sotogrande, Robert M. B. ocultaba su supuesto oficio como narco en el estrecho de Gibraltar. Lo suyo no era ni la ostentación ni limitarse a hacer de mero transportista de hachís desde Marruecos, como estilan otros traficantes de la zona. Él, con un amplio bagaje en el narcotráfico, era tan capaz de bajarse al moro como de colocar la droga en el Reino Unido o en Ucrania. Hasta que la semana pasada acabó detenido junto a otras nueve personas, entre ellas, su novia.
Antes de dedicarse supuestamente al narco, el británico fue miembro de la Royal Navy, la Marina Real británica, según han explicado la policía y la Agencia Tributaria en una nota de prensa conjunta. Pero hacía tiempo que el exmilitar había decidido dedicarse al tráfico de hachís. “Es un histórico al que habíamos investigado antes”, explica un agente. En esta ocasión, los investigadores descubrieron que Robert M. B. estaba en el negocio de la droga tras demostrar que enviaba hachís procedente de Marruecos a Ucrania. El británico llegó hasta este mercado a través de quien acabó siendo su pareja y que acudió a él interesada por participar en envíos de droga a su país, señalan fuentes de la investigación.
“No es el típico chusma que se ve por aquí, es muy bueno. El tío es un señor, un tipo jodido de coger”, reconoce uno de los investigadores que ha acabado dándole caza. Casi un año han empleado investigadores de la Policía Nacional y de la Agencia Tributaria, dirigidos por la Fiscalía Antidroga del Campo de Gibraltar y el Juzgado de Instrucción Número 1 de San Roque (Cádiz), para desmadejar la trama de un narco discreto, bien relacionado y que “no solía tocar la droga”, según apuntan fuentes cercanas al caso, denominado Operación Candado. El juez ha decretado prisión para Robert, su pareja —una ucrania de 44 años cuya identidad no ha trascendido— y otros cuatro de los colaboradores detenidos.
La pareja no estaba sola en su tarea. Los agentes han demostrado la implicación de otras ocho personas en la trama, detenidas entre Cádiz, Málaga y Ceuta, tras una investigación del Grupo de Respuesta Especializada al Crimen Organizado (GRECO) y del Grupo 50 de la Comisaría General de la Policía Judicial. En la ciudad autónoma, el británico contaba con la ayuda de un empresario de la hostelería que actuaba como enlace con las mafias marroquíes a las que compraba el hachís. Fue en el puerto ceutí donde los agentes lograron incautar en agosto de 2020 un primer porte de droga de 600 kilos, ocultos en una embarcación. Tres meses después, los investigadores dieron con una tonelada de hachís, oculta en una embarcación recreativa en el puerto deportivo de Sotogrande. Como el exmilitar rara vez tocaba la mercancía, la titularidad de las embarcaciones ha resultado ser clave. “En uno de los alijos, su abogado incluso fue al juzgado a reclamarla argumentando que se lo habían robado”, añade una fuente judicial.
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