Un Consejo de Ministros de más de tres horas ha aprobado “por utilidad pública” los nueve indultos para los presos del procés que aún siguen con condenas vigentes de prisión. El indulto será parcial y condicionado, según ha explicado el presidente, a que los reos no comentan un delito en varios años.
En el caso del condenado a una pena mayor, Oriol Junqueras, la medida de gracia estará condicionada durante seis años, por encima de los cinco previstos inicialmente. “Pretendemos abrir un nuevo tiempo de diálogo. Encontraremos dificultades en el camino, pero merece mucho la pena intentarlo. Por nuestros hijos y nuestras nietas, la sociedad entera se lo merece.
Queremos cerrar de una vez por todas la división y el enfrentamiento. La sociedad española demuestra hoy su grandeza. Es el momento de volver a la política”, ha explicado el presidente en una intervención sin preguntas y sin redactores presentes en las escalinatas de La Moncloa.
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Todo empezó el 20 de septiembre de 2012. Ese día el president Artur Mas, agobiado por la masiva manifestación del 11 de septiembre en Barcelona, subió la apuesta para no ser engullido por la calle y por ERC y exigió a Mariano Rajoy en La Moncloa que negociara el pacto fiscal, una especie de concierto vasco para Cataluña. Rajoy lo rechazó de plano. Mas convocó elecciones pensando en un gran éxito, pero fracasó y tuvo que gobernar con ERC.
Desde ese momento, la política española y la catalana jamás volvieron a encontrarse y todo fue complicándose cada vez más. Nueve años después, por primera vez un Gobierno central toma una medida polémica, la de los indultos a los presos del procés, que tiene la declarada intención de darle la vuelta a ese proceso de deriva imparable. Nadie sabe si funcionará, ni siquiera el propio Gobierno que la toma, pero el argumento con el que se lleva adelante deja clara su dimensión histórica: “alguien tenía que dar el primer paso”.
El Gobierno lleva casi un año dándole vueltas a los indultos. Y hablando con ERC de ellos casi de forma permanente. Pese a las dudas iniciales, y el cambio de posición claro del presidente, que en 2019 rechazaba de plano la idea de aprobar la medida de gracia, todo ha ido sumando poco a poco hacia su aprobación.