La sobrecarga de información convierte la que verdaderamente importa en un ruido inquietante. Cuando hay demasiadas señales, se avecina el colapso. Se suele pensar que el ruido tiene que ver con el correo basura, los molestos troles y la interminable avalancha de comentarios y “me gusta”. Pero hay demasiadas ocasiones en las que los correos importantes también se quedan sin leer. En esta frenética era digital, la clásica distinción de la ingeniería entre señal y ruido se está volviendo arbitraria. Los límites son fluidos, del mismo modo que vivimos la supuesta vida real como una interrupción de lo que nos llega a todas horas a través de las redes sociales. Los padres, los colegas y los amigos son ahora señal y ruido a la vez. La dialéctica de la atracción y la distracción sigue sin resolverse y se convierte en un círculo vicioso.
“Según la teoría de la comunicación, el ruido distorsiona el mensaje y ofusca su claridad”, dice la teórica del ruido Martina Raponi, que reside en Ámsterdam. “Sin embargo, esa interpretación del ruido confunde la idea fundamental de que el ruido es en sí mismo portador de información, y que contribuye a crear la señal a la que prestamos atención. Es decir, el ruido es una distracción necesaria en el proceso de extraer información”. Desde el punto de vista de los sentidos, Raponi indica que no podemos evitar fijarnos en él; “por muy débil o muy fuerte que sea. Una derivada es el gusano auditivo, la melodía pegadiza que se nos queda grabada en la cabeza y que nos persigue sin cesar después de haberla oído. La valencia emocional y afectiva del ruido o gusano auditivo es crucial para capturar la atención del oyente”.
En esta época poscovid y con la guerra de Ucrania, la cuestión de las redes sociales ya no es un tema central. Los bulos ya no son noticias: simplemente están ahí. El ruido es el mensaje. Las técnicas subliminales alteran el estado mental de miles de millones de personas. Después de una década de estudios alternativos y una “crítica de internet” aún más marginal, de repente todos tenemos claro el diagnóstico. Las multitudes entienden por fin cómo funciona el capitalismo de las plataformas, pero no hacen nada al respecto.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook y Twitter, o visitar nuestra pagina oficial.
La nota precedente contiene información del siguiente origen y de nuestra área de redacción.