A mitad de camino entre Pretoria, capital de Sudáfrica, y Ciudad del Cabo, en plena meseta semidesértica de Karoo (provincia de Cabo del Norte), tras abandonar la autopista para entrar en vías secundarias, escasamente mantenidas, y puentes de una sola dirección, se alcanza la carretera R369 que divide en dos a la población de Orania, junto al río Orange, en la que habitan 2.000 personas.
No hay vallas, ni una puerta fuertemente custodiada, ni siquiera los habituales sistemas de seguridad eléctricos de los barrios de blancos de las ciudades sudafricanas. La carretera flanqueada por una tierra árida cambia radicalmente y empieza a cubrirse de plantaciones de árboles de nuez picón y de barrios con amplias casas o adosados, al ir entrando en la localidad de Orania.
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“Hemos hecho un estudio para contar los camiones que respetan la señal de stop que debería obligarles a bajar la velocidad. Hace unos meses una chica fue arrollada, y si no hubiera sido por el equipo médico de Orania habría muerto porque la ambulancia llegó dos horas después”. Se lamenta Joost Strydom, director ejecutivo del Movimiento Orania.
Los afrikáners o bóers, un grupo étnico de origen holandés, llegaron a mediados del siglo XVII al Cabo de Buena Esperanza (Ciudad del Cabo). Se concentraron en Sudáfrica y Namibia, y combatieron a los británicos. A través del Partido Nacional, se mantuvieron en el poder durante 40 años.