Andrés Manuel López Obrador y Morena, el partido que sostiene a su Gobierno, confirman su dominio del tablero político de México, pero se atascan en la Cámara de Diputados. Los resultados del escrutinio rápido de las elecciones intermedias de este domingo, difundidos por el Instituto Nacional Electoral (INE) a las once de la noche, reflejan una caída del bloque oficialista, que pasa de 313 escaños a 279, manteniendo en cualquier caso una holgada mayoría absoluta. Al mismo tiempo, la alianza opositora conformada por el PRI, el PAN y el PRD se recupera y aumenta sus activos de 136 curules a 197 tras el descalabro de 2018 y años de desarticulación. Morena, según estos datos, se consolida como primera fuerza del país, arrebata Colima al PRI después de 92 años y, a falta de los resultados de en gran parte de los Estados, va camino de ampliar su poder territorial.
La autodenominada cuarta transformación de López Obrador extenderá su poder en el territorio, aunque los datos ratifican su fracaso en Nuevo León, una de sus principales apuestas. En el Estado, corazón industrial y económico del país, prevaleció el sentimiento regionalista norteño encarnado por Samuel García. El joven político de Movimiento Ciudadano está a punto de imponerse ante el aparato tradicional del PRI y Morena, cuya candidata, Clara Luz Flores, se desplomó tras conocerse, en marzo, la reunión que mantuvo un el líder de una secta condenado a 120 años en Estados Unidos.
El partido de López Obrador tenía hasta ahora 256 de los 500 diputados. Sin embargo, la mayoría de esos escaños los obtuvo en el proceso de conformación de la Cámara en 2018 después del trasvase de sus aliados, el Partido Verde, el Partido del Trabajo y el PES. Este último está a punto de desaparecer, pero las alianzas le permitirán mantener la batuta de la agenda legislativa. Aun así, queda lejos de cumplirse la ambición del presidente de lograr mayoría calificada, fijada en 334 escaños, dos tercios del total, un umbral necesario para acometer reformas constitucionales.