España ya no está en estado de alarma. La peor crisis sanitaria, social y económica vivida en décadas —con un balance que se acerca a los 80.000 fallecidos— se adentra este domingo en una nueva desescalada que esta vez debe marcar el declive definitivo de la pandemia.
En algún momento a mediados de agosto, España podrá echar cuentas y ver si el objetivo está más cerca. Las incidencias, aún muy elevadas, deberían estar por debajo de los 25 casos por 100.000 habitantes y la mortalidad haberse desplomado gracias a una campaña de vacunación que por entonces habrá protegido a cerca del 70% de la población. Pero, antes, el sistema político y judicial debe demostrar que es capaz de evitar el caos del pasado verano —que ahora amenaza con repetirse— cuando sean necesarias restricciones que afecten a derechos fundamentales, como el toque de queda y los confinamientos.
“La gente quiere volver a sus viejas rutinas. Yo mismo estoy con muchos nervios para volver a servir por las noches”, describe Carlos Domingo Morla, dueño de la hamburguesería Negronix, en el barcelonés barrio de Navas. El local, alejado de los focos turísticos de la capital catalana, había logrado aunar una clientela que mezclaba vecinos y extranjeros antes del abrupto confinamiento de marzo de 2020. “Aún recuerdo el día que todo se paró. Nada ha vuelto a ser lo mismo. Hemos seguido abriendo algunos mediodías, pero no hacemos ni el 5% de la caja de antes. Ahora es el momento de volver a ponerlo todo en marcha”, proclama Morla.
Por ahora, la situación epidemiológica sigue preocupando a los expertos. “Tenemos todavía demasiados casos”, lamenta Elena Vanessa Martínez, presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). Ya hace una semana que las curvas de nuevos positivos y hospitalizaciones consolidaron su tendencia a la baja, aunque ocho comunidades —entre ellas Madrid, Cataluña, País Vasco y Aragón— seguían este viernes por encima de los 200 casos por 100.000 habitantes.
“Hay mucha gente infectada capaz de transmitir el virus. El porcentaje de población vacunada aún es pequeño. En esta situación, me preocupa el mensaje de falsa seguridad que se transmite con el fin del estado de alarma y la retirada del toque de queda. Esto va a aumentar la movilidad y favorecer la circulación del virus. La población más vulnerable ya está protegida, pero el potencial problema de salud pública que supondría un rebrote es aún enorme”, añade Martínez.
La nota precedente contiene información del siguiente origen y de nuestra área de redacción.