Quizá porque dejó el Hajduk Split a los 17 años, justo cuando ya aspiraba a jugar con Niko Kranjcar y se le advertían rasgos de Aljosa Asanovic, Ivan Perisic (Split, 1989) se desvive por competir con Croacia. No jugó como profesional en su país y necesita a la selección para alcanzar la condición de ídolo después de haber dado ya algunas vueltas por Europa desde que partió al Souchaux francés por necesidades económicas de la familia hasta su última llegada al Inter, el campeón de Italia con el que tiene contrato hasta 2022.
Jugó y triunfó en el Brujas, después de marcar 22 goles y ser proclamado el mejor jugador belga en 2011. Ganó la Bundesliga con el Borussia Dortmund y si fichó después por el Wolfsburgo fue por algún desencuentro con Jürgen Klopp después del regreso de Marcus Reus. Tampoco encontró la estabilidad esperada en el Inter, después de ser traspasado por 16 millones, y aceptó una cesión al Bayern de Múnich, club con el que alcanzó el triplete después de firmar uno de los ocho goles endosados al Barça en Lisboa. El regreso triunfal al Inter tampoco le garantiza ahora la continuidad en Milán.
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Tampoco parece preocupado porque está muy centrado en la Eurocopa. Cada vez que se viste con la zamarra croata siente que regresa a su casa de Omis, en Dalmacia, junto a la desembocadura del río Cetina. Allí, cerca del que fue un refugio de piratas que navegaban por el Adriático, recuerda cuando era niño y le llamaban el “gallina”, nada extraño si se atiende a que su padre tenía una granja avícola que generó no pocos problemas a la familia Perisic. Ivan se ponía entonces la camiseta croata y soñaba con que marcaba el gol decisivo en la Eurocopa o la Copa del Mundo.
“Vi el Mundial de Francia 1998 y me dije que yo también quería hacer historia con Croacia” recuerda cuando se le pregunta por un currículo que da fe de los goles decisivos que ha marcado en su selección desde su debut en 2011. Hay dos significativos: el que le metió a David De Gea en la Eurocopa 2016 y provocó que España quedara segunda de grupo y emparejada y eliminada por Italia, y el que le endosó a Inglaterra en la semifinal del Mundial 2018. Perisic empató y forzó la prórroga para después asistir a Mario Mandzukic en el 2-1 que llevó al equipo a la final contra Francia.
A la altura de Cristiano
Los franceses ganaron por 4-2. Uno de los dos goles croatas fue obra de Perisic, el futbolista que más corrió del campeonato, con 72,5 kilómetros, aclamado por fin en su país, después de haber sido protagonista desde la Eurocopa 2012 hasta la de 2020. Ya lleva dos goles importantes, contra la República Checa y Escocia, y ha igualado a Cristiano Ronaldo en una marca que expresa la continuidad internacional de ambos: han marcado al menos un tanto en las cuatro últimas grandes competiciones: Eurocopa 2016 y 2020 y Mundial 2014 y 2018.
Alcanzados los 30 goles en 104 partidos, nueve en los últimos 14, los registros de Perisic son comparables a los de Davor Suker. No hay un jugador más fiable para una selección funambulista, especialista en saber moverse entre la clasificación y la eliminación, nuevamente enfrentada a España. Perisic es un futbolista incombustible en una Croacia que renueva su álbum después de la salida de Ivan Rakitic, Danijel Subasic o Mandzukic. No se discute ya su titularidad. “Cuando estoy en el banquillo, me muero. Estoy dispuesto a cargar con los balones en los entrenamientos para jugar”, concluye Perisic.