Ausencia de documentación sobre los movimientos en el club. Pagos a los intermediarios en fichajes de hasta el 33% (en ocasiones) cuando las habituales comisiones no superan el 10%. Fraccionamiento de facturas. Improvisación en la financiación de las contrataciones y una descontrolada masa salarial, superior al total de los ingresos, causada sobre todo por las fichas del primer equipo. La auditoría interna encargada por el equipo del actual presidente del Barcelona, Joan Laporta, ha sacado una fotografía de falta de control, mala gestión e improvisación en la última etapa de la presidencia de Josep Maria Bartomeu en el Barcelona (dirigió el club entre 2014 y 2020).
Sin embargo, los actuales gestores no han decidido todavía si tomarán algún tipo de medida legal contra sus predecesores en el cargo. Confían esa decisión a otro análisis más exhaustivo, un informe forensic encargado a la empresa Kroll, para determinar si más allá de la mala gestión se produjeron irregularidades punibles judicialmente. El club aprieta para que las conclusiones definitivas puedan estar listas para la asamblea de compromisarios del próximo 17 de octubre.
“La gestión de Bartomeu ha sido nefasta”, subrayó este miércoles Ferran Reverter, director general del Barcelona, en la presentación de la auditoría. La junta de Laporta, según explicó el máximo ejecutivo azulgrana, “ha detectado indicios de irregularidades”. “Pero”, añadió Reverter, “son los servicios jurídicos quienes deberán decir si hubo delito o no. Nuestro trabajo es averiguar los indicios. Y está siendo muy complicado por la falta de documentación”. Una vez finalizado el nuevo estudio, la directiva de Laporta evaluará si iniciará la acción de responsabilidad contra la junta de Bartomeu.
De lo que sí tiene certezas el Barcelona es de la auditoria. El informe, presentado este miércoles, certificaba que la pérdida económica es de 485 millones en un ejercicio pasado en el que se ingresaron 581 millones. En marzo de 2021, el club azulgrana tenía el patrimonio neto en números rojos (-451 millones), como también el fondo de maniobra (554; es el dinero disponible para hacerse cargo de las operaciones a corto plazo). “El club se encontraba en una situación de quiebra técnica”, apuntó Reverter. Descarta, en cualquier caso, que el Barça se convierta en una SAD. “Tenemos un plan fiable”, insistió.
El origen del problema viene de lejos, sobre todo desde la venta de Neymar al PSG en 2017 por 222 millones. Desde entonces, los gastos de gestión se incrementan un 56% y el gasto financiero se multiplica por seis. Y básicamente se explica por la desaforada política de fichajes que llevó a cabo el club, que realizó tres de los cinco fichajes más altos de la historia del futbol y se comprometió con solo cuatro jugadores (Dembelé, Coutinho, Griezmann y la renovación de Messi) al pago de 1.400 millones de euros en cuatro años.
“Si no hubiéramos hecho nada ahora, la masa salarial se hubiera disparado hasta los 835 millones de euros el próximo año”, explicó Reverter sobre los últimos movimientos, como la salida de Messi y la cesión de Griezmann. Y denunció que, ante la dificultad de conseguir financiación, en muchos casos se contrató a jugadores con nuevas fórmulas de pagos diferidos que intentaban evitar los problemas financieros que arrastraba el club.
“Se fichaban jugadores sin saber si podían pagar”, contó. Y detalló dos ejemplos. “El caso de Griezmann, la misma noche que lo ficharon vieron que no había dinero y esa noche se buscó un fondo para hacer un factoring (un servicio de financiación rápido) que tiene comisiones de apertura. La operación Coutinho, que cuesta 120 millones, acaba costando 16,6 más de costes financieros”, reveló.
El descontrol económico llevó al club a acumular una deuda financiera de 1.350 millones de euros. Pero los trabajos han topado con mayores problemas de los esperados. “Había incumplimientos con los contratos sellados con bancos”, explicó Reverter. El lío en la administración del Barça se extendía a las condiciones fijadas por LaLiga, a los propios estatutos del club e, incluso, con las condiciones de seguridad del Camp Nou. Según el director general, se tuvieron que hacer trabajos de urgencia para solventar más de 900 desperfectos en el estadio. “No se hubiese podido abrir el Camp Nou si no se hubieran superado antes las restricciones a la apertura por la pandemia”, expuso Reverter.
El Barcelona ha tenido, además, que arreglar estadio actual, antes de comenzar a construir el nuevo. Un proyecto todavía estancado. “El Espai Barça merece un capítulo aparte”, reveló Reverter. “Se presupuestó en 600 millones cuando el coste medio en los 35 estadios que se han hecho nuevos en Europa no ha bajado de los 900 millones de euros”, añadió. Reverter aseguró que la construcción de un nuevo Camp Nou costará entre 800 y 950 millones, mientras que levantar un nuevo Palau oscilará entre 300 y 400. Además, habrá que sumarle el costo del Campus. “En la próxima Asamblea pediremos autorización para pedir un crédito de 1.500 millones”, dijo Reverter. Una deuda que solo se asociará al Espai Barça, un nuevo complejo deportivo.
Reverter, en cualquier caso, se mostró optimista. No solo espera que la Asamblea apruebe el nuevo proyecto del estadio, sino que entiende que el área deportiva contará con dinero a partir del próximo mercado. “Sí, se puede fichar y renovar. La renovación de Pedri y Ansu Fati va por muy buen camino. La última salida de un jugador importante nos genera un Fair Play positivo de más de 20 millones, por lo que el Barça podría fichar si lo considera. Pero el trabajo no ha acabado y hay que seguir bajando la masa salarial”, concluyó. Sin embargo, deslizó que la política del club se basará en apostar por jugadores de la Masia y rentabilizar el Espai Barça.