Un cineasta napolitano ha dedicado al futbolista el título de su último trabajo, Fue la mano de Dios, una película autobiográfica que no va de Maradona, aunque aparece; ni siquiera del amor y la pérdida, que también, sino del fin de la inocencia y de algo muy apropiado para estos días: la necesidad de evadirse de la realidad, de distraerse.
Durante un tiempo, la maniobra de escapismo para una ciudad deprimida y necesitada de orgullo, así como para Fabietto, el protagonista del filme, es el fútbol, y cuando eso deja de ser suficiente, cuando el volcán de la adolescencia se apaga, la vida se complica y aparece Fabio, a secas, el método de evasión es el sueño de hacer cine, tener algo que contar.
El chico, que en realidad se llamaba Paolo Sorrentino, se hizo, efectivamente, cineasta, dirigió 32 títulos y ganó un Oscar, pero tardó más de tres décadas en llevar a la pantalla la muerte de sus padres en un terrible accidente doméstico, es decir, la historia que despertó la vocación o la necesidad de crear una realidad paralela para poder tolerar la original.
Más información
Como los buenos discursos, Fue la mano de Dios hace reír y llorar con unos personajes histriónicos y disparatados que comen burrata a bocados embutidos en un abrigo de pieles en pleno verano; que a veces son crueles, otras tiernos y simpáticos y que construyen diálogos tan redondos que no hace falta subrayarlos con música o filigranas.
Tiene, además, el encanto de la nostalgia, con escenas y ambientes trasladables a muchos rincones y familias: los mismos azulejos de las cocinas, el mismo walkman, el teléfono fijo, la cinta VHS del videoclub y aquellos edificios-colmena llenos de niños donde los vecinos se conocían por nombre y apellidos y un gol descomunal, de la dimensión de un siglo, se veía en una televisión diminuta sin mando a distancia.
Fue la mano de Dios habla del pasado, pero al igual que hace una vecina con el protagonista, Sorrentino nos echa una mano para volver a pensar en el futuro. Un día como hoy, penúltimo de 2021, con el coronavirus ocupando cada conversación y pensamiento, cuando todos tenemos y damos miedo, con los contagios disparados y los test de antígenos agotados en las farmacias, la película ofrece la ilusión de distraernos.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook y Twitter, o visitar nuestra pagina oficial.
La nota precedente contiene información del siguiente origen y de nuestra área de redacción.