El estruendoso y ensordecedor estallido ocurrió catorce minutos pasada la media noche. Los vecinos de la colonia Culhuacán, en la Ciudad de México, despertaron de manera abrupta y apenas se pusieron de pie, notaron destrozos en las puertas y ventanas de sus hogares, lo mismo que en los vehículos estacionados en la calle. Aquel lunes 6 de noviembre de 2006, un par de artefactos explosivos fueron detonados en las instalaciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). No era el único atentado.
Esa madrugada otras bombas más, de fabricación casera, estallaron en la sede nacional del PRI, y en un banco. No hubo lesionados, sólo daños materiales. Dos años más tarde la historia cambiaría. Una granada fue arrojada entre la multitud que festejaba el día de la independencia, en Morelia, Michoacán, y una más, a unas cuadras de ahí. El saldo: ocho muertos y más de un centenar de heridos.
Es decir, que en quince años ha investigado 265 casos que de acuerdo a la legislación mexicana podrían configurarse como actos de terrorismo.
El terrorismo se define en el artículo 139 del Código Penal Federal (CPF). Éste indica que se impondrá una pena de prisión de 15 a 42 años, y 400 a mil 200 días multa, “a quien utilizando sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, material radioactivo, material nuclear, combustible nuclear, mineral radiactivo, fuente de radiación o instrumentos que emitan radiaciones, explosivos, o armas de fuego, o por incendio, inundación o por cualquier otro medio violento, intencionalmente realice actos en contra de bienes o servicios, ya sea públicos o privados, o bien, en contra de la integridad física, emocional, o la vida de personas, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad o a un particular, u obligar a éste para que tome una determinación”.
DISTINTO A EUROPA Y EU
Cuando uno piensa en terrorismo vienen a la mente casos como la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, en 2001; los ataques con bombas en los trenes de Madrid, en 2004, adjudicados a grupos de Al Qaeda; los múltiples tiroteos a restaurantes, un concierto y ataques suicidas con chalecos explosivos en un estadio de París, en 2015, ejecutados por el Estado Islámico; o el atentado con una bomba casera en el maratón de Boston, en 2013.
Pero a diferencia de esas naciones, los actos de terrorismo en México se vinculan más a hechos aislados, lo que representa un terrorismo doméstico.
EXPLOSIVOS CASEROS
A pesar de no existir grupos terroristas identificados en México, que se comparen con los que existen en otras partes del mundo, los reportes por explosivos se multiplican. Al menos la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) registró 70 apoyos de personal militar a autoridades civiles por artefactos explosivos improvisados entre enero de 2013 y marzo de 2020. De años anteriores la dependencia señaló no contar con la información.
Las entidades con más reportes de apoyos son Guanajuato, con 27 y Michoacán, con 15. Aunque también aparecen Baja California, Chihuahua, Morelos, Oaxaca, Nuevo León, Colima, Puebla, Quintana Roo, Guerrero, Sinaloa, Sonora, San Luis Potosí, Tamaulipas y Zacatecas, que no sobrepasan un par de apoyos.
ATACAN CONSULADOS DE EU
Los consulados norteamericanos en México también han sido objeto de ataques con artefactos explosivos o agresiones con armas de fuego.
El segundo ataque se dio en Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde arrojaron un explosivo de fabricación casera por encima del muro. No hubo heridos, sólo daños materiales.