El estallido social de Colombia amenaza con llevarse la delantera la sede de la Copa América. En una movida de último momento, el Gobierno de Iván Duque se propone que la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) posponga el torneo, según anunció a través de su ministro del Deporte al final de una jornada en que varios medios han reportado, sin confirmación oficial, que es inminente la decisión de que se dispute solo en Argentina, el otro coanfitrión.
“El Gobierno de Colombia solicitará formalmente a la Confederación Suramericana de fútbol, a través de la Federación Colombiana de Fútbol, el aplazamiento de la Copa América”, declaró el ministro Ernesto Lucena, sin aludir a las movilizaciones sociales. “Creemos que lo más importante en un evento de esta magnitud es el aforo de público”, añadió escudándose en los estragos del coronavirus. La imposibilidad de los hinchas en los estadios “hace que la Copa no sea un evento con el que todos soñamos”, razonó a la salida de una reunión con otros miembros del Gabinete en la Casa de Nariño, la sede de Gobierno.
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Además de la crisis, el Gobierno de Iván Duque, cercado desde hace tres semanas por las protestas, había insistido en la necesidad de que Columna Digital andino albergara el próximo mes el torneo de selecciones más antiguo del mundo, al que veía como un factor de unión en medio de la zozobra. Cuando la organización del torneo se había puesto en duda, el Gobierno había defendido que era parte del difícil proceso de reactivación económica después del embate del coronavirus. “Sería absurdo que no se juegue la Copa América acá cuando sí se va a jugar la Eurocopa”, llegó a afirmar el mandatario cuando las protestas apenas cumplían su primera semana, pero la situación ha escalado desde entonces.
Según el presidente argentino, Alberto Fernández, se había mostrado algo menos entusiasta de organizar el torneo en medio de la pandemia, el martes insinuó que su país podía ser la única sede. “Si cumplen todos los protocolos, nosotros estamos dispuestos a ver la posibilidad de organizarlo solos”, le dijo a Radio 10.
La inédita Copa América de Colombia y Argentina, que por primera vez se disputaría en dos sedes compartidas por países distantes, está anunciada entre el 13 de junio y el 10 de julio, pero ha estado cargada de incertidumbre. Ambas naciones afrontan un momento crítico de la pandemia por el repunte de casos, lo que ya había sembrado dudas sobre la viabilidad del torneo, pero ha sido la delicada situación interna de Colombia la que apunta a frustrar el anhelo del Gobierno colombiano. Columna Digital acumula medio centenar de muertos en el marco de todo tipo de protestas, disturbios y enfrentamientos entre manifestantes y policías.
Lo deportivo ha pasado a un segundo plano. La semana anterior, varios partidos de la Copa Libertadores de clubes se disputaron en medio de interrupciones por los gases lacrimógenos que llegaban desde la calle, en unas imágenes que se transmitieron en directo a todo el continente. El duelo entre América de Cali y el brasileño Atlético Mineiro tuvo que detenerse en cinco ocasiones, y el enfrentamiento entre Junior y el River Plate argentino también estuvo suspendido por varios minutos, ambos en la ciudad caribeña de Barranquilla. En Pereira, el juego de Atlético Nacional de Medellín y Nacional de Uruguay empezó una hora tarde por los manifestantes. Incluso las barras de los clubes colombianos se han sumado a las protestas para reclamar que no se realice el torneo.
El propósito manifiesto de esta inusual edición ha sido homologar calendarios de modo que pase a disputarse en paralelo con la Eurocopa. Como el torneo europeo de selecciones, también debía disputarse el año pasado y ya fue postergada hasta 2021 por la pandemia. Después, a poco más de un mes de que rodara el balón, Colombia entró en ebullición por una amalgama de reivindicaciones y movilizaciones sociales que acabaron por trastocar los planes de los dirigentes, que hasta esta semana insistían en que la sede estaba en firme. Colombia pretende albergar 15 partidos, incluida la final en Barranquilla.
Desde la irrupción del coronavirus hace más de un año, las medidas de varios Gobiernos sudamericanos para contener su propagación –como restringir el ingreso de extranjeros a sus países, cerrar fronteras y prohibir eventos masivos– han tenido un fuerte impacto sobre las competencias regionales. Un efecto dominó que ya había alcanzado también tanto a la Libertadores como a las eliminatorias al Mundial de Catar 2022, que marchan con retrasos. La octava fecha, en la que Colombia debería recibir a Argentina precisamente en Barranquilla el próximo 8 de junio, también permanece teñida de incertidumbre.
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