A principios del siglo XXI todos querían una casa en la Costa del Sol. La demanda era inmensa, el suelo escaso y muchas personas vieron en el mercado inmobiliario una forma de hacerse de oro rápidamente. Las promotoras surgieron como setas y entre todas ellas reinó una: Aifos. Vendió sobre plano miles de viviendas en el litoral malagueño, pero también en otros puntos de España.
Su mejor momento llegó en el año 2005 cuando alcanzó los 346 millones de euros de facturación —la tercera mayor empresa malagueña y una de las principales inmobiliarias del país— y más de 2.500 empleados. Cuatro años más tarde, con apenas 150 trabajadores, la compañía presentó un concurso voluntario de acreedores con una deuda que rozaba los mil millones de euros y 3.000 casas vendidas sin terminar. Hoy sus antiguos propietarios, Jesús Ruiz Casado y Teresa Maldonado, son las personas físicas que más deben a Hacienda. Entre los dos suman más de 31 millones de euros. Su sociedad, Aifos, es la sexta empresa que más debe: 93,3 millones.
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Su personalidad le facilitó el crecimiento: con don de gentes, supo manejarse en el trato cercano. Siempre tuvo una gran capacidad de persuasión. “Es capaz de convencer a cualquiera de lo que sea”, aseguran fuentes que lo han tratado con frecuencia. “Es un encantador de serpientes”, le definen antiguos colaboradores. “Es muy listo”, cuentan desde el sector de la construcción.
Aifos dio el salto a otras provincias andaluzas, a Madrid y Zaragoza, donde creó Construcciones Ziur. En los primeros años 2000 patrocinó eventos impulsados por el Ayuntamiento de Málaga, como el Salón Inmobiliario del Mediterráneo (Simed) o el festival de cine, y regaba de dinero a los medios de comunicación locales. Los bancos le perseguían mientras él hacía regalos a jueces, notarios y políticos, quienes siempre tenían abiertas las puertas de sus despachos para él.
Condenado en el ‘caso Malaya’
Fuentes del sector inmobiliario coinciden en la causa de la caída: “Crecieron demasiado rápido. Abarcaron mucho más de lo que podían y cuando le fallaron los primeros suelos, todo fue en cadena”, explica una persona ligada a la construcción en Málaga desde hace más de dos décadas. Entonces era habitual la venta sobre plano de viviendas a precios razonables para la Costa del Sol, que la gente podía pagar. La demanda era enorme.
Según distintas fuentes, el dinero que los compradores entregaban a cuenta de la futura vivienda era utilizado por Aifos para adquirir nuevos terrenos para construir. A veces estaban en zonas apartadas, en otras ocasiones construían en terrenos sin licencia o que directamente no eran urbanizables y necesitaban de una recalificación. “Y mientras ya había personas litigando porque no les entregaban sus viviendas, ellos seguían vendiendo”, cuenta el abogado Carlos Comitre. Aún hay miles de pisos sin terminar o, directamente, sin empezar. “Y los que se entregaron son famosos por su falta de calidad”, subraya Comitre.