El comisario jubilado José Manuel Villarejo, integrante confeso de la trama parapolicial que espió de manera ilegal en 2013 al extesorero del PP Luis Bárcenas, ha acudido este jueves al Congreso entre grandes expectativas de los diputados de la comisión del caso Kitchen por lo que pudiera contar y mayores cautelas de los mismos sobre la veracidad de sus palabras. Al final, se ha impuesto el escepticismo entre los parlamentarios ante sus afirmaciones. Algunas, tan rotundas como que en, al menos, dos ocasiones mantuvo un contacto directo mediante mensajes de teléfono móvil con el que entonces era el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para informarles de los avances del espionaje a Bárcenas.
El comisario, que en un primer momento había apuntado a exlíder del PP de manera tímida al asegurar que dudaba de que “el señor Rajoy no estuviese al tanto” de aquel dispositivo, ha terminado hablando de esos mensajes e, incluso, ha detallado que lo hizo a través de un número de teléfono “que empezaba por 650 y termina por 10″. Cuando el diputado de EH Bildu, Jon Iñarritu, le ha preguntado si tenía documentación y pruebas de esos intercambios, el comisario se ha limitado a decir que “todo” estaba en sus archivos, intervenidos por la policía cuando fue detenido en noviembre de 2017, y que lo demostraría en un futuro juicio cuando espera volver a tener acceso a los mismos.
Villarejo ha utilizado su comparecencia ante la comisión para presentarse como un peón secundario de la Operación Kitchen. Así, ha limitado su participación en el espionaje a Bárcenas a labores de “inteligencia” para intentar localizar los documentos que supuestamente pudiera haber atesorado el extesorero del PP y que, según ha recalcado en varias ocasiones, incluían tanto información que podía comprometer al PP, entonces en el Gobierno, como afectar “a altas instituciones del Estado”. El comisario, que ha admitido que fue él quien convenció a Sergio Ríos, entonces chófer del extesorero del PP, para que colaborara en la policía, se ha desmarcado de la entrada en un taller de Rosalía Iglesias, esposa de Bárcenas, para intentar sustraerle documentación. Y ha insistido que él estuvo poco tiempo en el operativo porque fue apartado, según ha afirmado, cuando supuestamente insistió en que toda la información que se obtuviera debía acabar en poder del juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz, que entonces investigaba el caso Gürtel y que nunca tuvo conocimiento de la Operación Kitchen.
Pese a ese supuesto papel secundario en el espionaje de Bárcenas, Villarejo ha asegurado que “una serie de personas” contactaban con él “periódicamente” para transmitirle “inquietudes del presidente del Gobierno” sobre el avance de las pesquisas. En concreto, ha citado al entonces secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez —ya investigado en el sumario del caso Kitchen—; a la ex secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal -para quien la Fiscalía Anticorrupción pidió en septiembre su imputación pero que el juez aún la ha acordado-, y al presidente del diario La Razón, Mauricio Casals, a los que describió como intermediarios “a través de los que estaba informado el presidente del Gobierno”.
En su relato, el comisario jubilado ha asegurado que llegó a enfadarse con ellos porque le pedían que informase directamente al entonces líder del PP sobre los avances de las investigaciones sobre Bárcenas pese a que él ya les había facilitado los datos a ellos. “¿Qué pasa, que este señor no se fía de vosotros?”, asegura que les espetó. Villarejo ha añadido que ese cruce de mensajes era básicamente con preguntas cortas y respuestas “monosilábicas”. Y ha puesto como ejemplo el interés de Rajoy por saber si era cierto que el extesorero podía ocultar parte de esa documentación en un chalé que poseía en la localidad de Baqueira Beret.
En su comparecencia, Villarejo también ha implicado en la trama al entonces director general de la Policía, Ignacio Cosidó, quien hasta ahora no ha sido imputado ni llamado a declarar por el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón, instructor del caso Kitchen. El comisario ha afirmado que fue un miembro del equipo de Cosidó quien le llamó para que acudiera de manera urgente a la Dirección General de la Policía para que el entonces máximo responsable operativo y presunto urdidor del espionaje al extesorero, el comisario Eugenio Pino, le encargara participar en la misma. Villarejo ha asegurado que fue el propio Cosidó quien le dijo ese día que “este tema es muy importante” y que “el señor Rajoy tiene interés”.
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