Entre sollozos, la bielorrusa Natalia Protasevich pide ayuda internacional para lograr la liberación de su hijo, Roman Protasevich, el periodista crítico con el régimen de Aleksandr Lukashenko detenido el domingo en Minsk. “Espero que estén escuchando el grito de mi corazón, el llanto de mi alma”, ha reclamado la mujer en una rueda de prensa en Varsovia, donde vive exiliada junto a su esposo, Dmitri. Los padres del joven de 26 años, cuyo inédito arresto ha desatado un conflicto geopolítico, temen por su vida. “Les ruego: ayúdenme a liberar a mi hijo. No sabemos dónde le tienen, es una situación desesperada”, se ha lamentado la madre del joven.
Ni Natalia Protasevich ni su marido Dmtri, que considera “inaudito” que las autoridades bielorrusas forzasen el aterrizaje del avión en el que viajaba su hijo para detenerle, han podido comunicarse con el joven. Su novia, Sovia Sapega, una estudiante de 23 años, también está detenida. “No dicen nada. Así ocultan todas las barbaridades que están haciendo a la gente”, se ha lamentado Dmitri, ex teniente coronel del Ejército bielorruso. La brutalidad policial y las constantes denuncias de torturas por las fuerzas de seguridad bielorrusas contra los detenidos en las protestas contra Lukashenko espolearon las movilizaciones y desataron la alarma de las organizaciones de derechos humanos internacionales. Ahora, la familia de Protasevich teme que sea torturado en prisión.
Mientras, aumentan las evidencias de que la supuesta amenaza que las autoridades bielorrusas esgrimieron para desviar el avión a su territorio fue una treta. El correo electrónico desde una cuenta de Protonmail, firmado por “soldados de Hamás”, y que contenía la advertencia contra el vuelo de Ryanair en el que viajaba Protasevich se recibió después de que los controladores aéreos pidieran que aterrizase a la aeronave —que volaba de Atenas a Vilnius—, según ha confirmado la compañía suiza proveedora de servicios de mensajería cifrada. Una información que socava aún más la credibilidad de Lukashenko. “Podemos confirmar que el mensaje en cuestión se envió después de que el avión fuera redirigido”, dijo Protonmail en un comunicado. “No hemos visto pruebas creíbles de que las afirmaciones bielorrusas sean ciertas, y apoyaremos a las autoridades europeas en sus investigaciones una vez que recibamos una solicitud legal”, añade la nota.
Stepan Putsila, cofundador del canal de Telegram Nexta que gestionaba Protasevich hasta hace unos meses y que fue clave para la oposición durante las protestas del pasado verano, ha definido el arresto del periodista como “terrorismo internacional”. Nexta, que tiene su sede en una pequeña oficina de Varsovia, fue declarado a finales del año pasado como “extremista”. Como Protasevich, Stepan Putsila, de 22 años, está en la lista de personas buscadas por los servicios secretos bielorrusos (KGB). Ambos jóvenes habían hablado en alguna ocasión de que convenía evitar pasar por Bielorrusia a toda costa; incluso sus cielos. Por “cansancio” o porque no pensó que Lukashenko llegaría “tan lejos” para apresarle, ha dicho Putsila en la conferencia emitida por internet, Protasevich no siguió “su instinto”.
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