Es la hora nona, las tres de la tarde, del 20 de junio de 451 en los Campos Cataláunicos. Atila ordena a sus hombres formar y da comienzo la batalla. La caballería de los hunos aumentada con jinetes sármatas, se abalanza, carga tras carga, sobre el contingente de romanos, alanos, sajones y burgundios. Mientras, los ostrogodos de Valamiro se precipitan sobre los visigodos de Teodorico. Vuelan jabalinas y venablos. Se llega al cuerpo a cuerpo con lanza, scrama ―la daga goda― y espada… Cubren el cielo como letal granizo los proyectiles de las hondas y las flechas en la tormenta del combate. La sangre desborda el riachuelo que atraviesa el campo de batalla. El hombre que describe la lucha como si la estuviera viendo ―aunque, paradójicamente, es ciego a causa de un terrible accidente con explosivos― es el historiador y exmilitar profesional José Soto Chica (Santa Fe, Granada, 49 años), autor de ensayos y novelas en los que revive de manera realista la guerra de la antigüedad tardía (o una escena de cama de la reina Govinda). Soto Chica también fue herrero y trabajó en una fragua, lo que le otorga asimismo una perspectiva curiosa, digna de Sigfrido y Conan, para hablar de los tiempos de hierro. Entre sus obras figuran Imperios y bárbaros, la guerra en la edad oscura; Los visigodos, hijos de un dios furioso (ambas en Desperta Ferro) y El dios que habita la espada, ganadora del último premio de narrativas históricas Edhasa.
Combate de romanos y bárbaros en el sarcófago Ludovisi, en Roma.
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