Como ya pasó para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020 (celebrados en 2021 debido, precisamente, a la pandemia) Pekín también se blinda y no habrá público en la cita olímpica.
El cierre no es tan estricto como el que hubo en la capital de Japón entre el 23 de julio y el 8 de agosto (a los pabellones sólo tenían acceso atletas y periodistas), pero el Comité Organizador ha comunicado este lunes que no se venderán entradas al público en general. A la cita (que comienza el próximo día 4 de febrero y termina el 20) solo podrán acceder “grupos elegidos”.
Serán pequeños grupos de personas, invitados por la organización y que cumplirá con estrictas medidas de seguridad. Es la manera, entiende China, de garantizar protección y evitar riegos de brotes de covid.
En un primer momento, se esperaba que se vendiesen entradas a espectadores residentes en el territorio nacional –también fue una de las decisiones que se tomó en Japón en los meses previos a los Juegos y que fue cambiando a medida que cambiaban las cifras de la pandemia-, después de que en septiembre se anunciara el veto a los espectadores extranjeros.
Ahora será la organización quien decida qué tipo de público podrá acceder a las competiciones. De momento, no han dado más detalles sobre cómo se hará. La medida, según se ha anunciado hoy, se justifica por la “grave y compleja” situación de la pandemia.
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