#Trump #HillaryClinton | Este viernes un juez federal sanciona al expresidente Donald Trump, por presentar una demanda contra algunos de sus rivales políticos.
El magistrado opto por tomar la decisión de multar al republicano y a sus abogados por hacer perder el tiempo a la justicia con un pleito que, se infiere del fallo, no debería haber sido siquiera admitido a trámite. La demanda fue presentada en marzo pasado por la abogada de Trump Alina Habba contra la demócrata Hillary Clinton, su rival en las elecciones de 2016, el comité nacional demócrata y el exdirector del FBI James Comey por supuestamente orquestar una conspiración contra el republicano al hilo de la injerencia rusa en las elecciones que le llevaron a la Casa Blanca.
El juez del distrito sur de Florida Donald Middlebrooks no se ha ahorrado calificativos a la hora de amonestar al magnate, cuyo comportamiento justiciero reprueba, y ridiculizar una demanda que “ningún abogado razonable se habría planteado presentar”, al carecer de “base legal reconocible”, estar fundamentada en “la mala fe” y pretender “impulsar una narrativa política deshonesta” a través de exigencias “categóricamente absurdas”. El magistrado ha impuesto una multa de 937.000 dólares (unos 850.000 euros) al expresidente de EE UU y a su equipo de abogados ―18 en total― por haber procedido sin ningún tipo de base legal y por motivos puramente políticos, además de “frívolos”.
La judicialización de la política ha alcanzado con Trump registros récord, en un país en el que las marquesinas del mobiliario urbano o los grandes paneles publicitarios que salpican las autopistas están plagados de anuncios de bufetes de abogados ―se demanda por cualquier eventualidad, de una caída en la vía pública o un comercio a una quemadura producida por un café demasiado caliente―, por no hablar del prolífico subgénero judicial de Hollywood. Trump entra y sale casi a diario de los tribunales, con varios procesos abiertos en su contra, pero la demanda que presentó contra Clinton y otros demócratas ha pulverizado los límites de la pertinencia, según la sentencia. “No es más que una mezcolanza de hechos sin conexión, a veces inmateriales, seguidos de una conclusión inadmisible, que en su conjunto representan un intento deliberado de acoso”, prosigue el magistrado, designado por el entonces presidente demócrata Bill Clinton en 1997.
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