Nadie se esperaba que las alarmas antiaéreas ulularan en Jerusalén en la tarde del 10 de mayo. Tampoco la escalada bélica de 11 días entre el Ejército israelí y las milicias de Gaza, que habían lanzado los siete cohetes hacia Jerusalén que prendieron la mecha el conflicto. Entonces el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se hallaba a punto de perder el poder ante un pacto de coalición de casi toda la oposición. Los líderes islamistas de Hamás, que gobiernan de facto en Gaza desde 2007, también se sentían frustrados por el aplazamiento ‘sine die’ de las elecciones legislativas palestinas, las primeras en 15 años, decretado por el presidente Mahmud Abbas, quien solo controla en parte Cisjordania.
Ahora Netanyahu se dispone a reagrupar a las fuerzas de la derecha en el Gobierno más conservador en la historia del Estado judío. Y Hamás se ha puesto a la cabeza de la resistencia palestina frente a más de medio siglo de ocupación, periodo durante el que se incubó la actual reacción popular. Mientras, el anciano Abbas se ha enrocado y aislado en la Muqata, palacio presidencial de la Autoridad Palestina en Ramala. Israel y Hamás han cantado victoria tras el alto el fuego, aun a costa de la fractura de la coexistencia entre judíos y árabes (un 21% del censo) dentro del Estado hebreo, y de la devastación que ha hecho retroceder casi siete años en el tiempo a los dos millones de habitantes de Gaza.
La detonación de la más grave conflagración en la Franja mediterránea desde la guerra de 2014 se fue fraguando desde mediados de abril a lo largo del mes de Ramadán, en una sucesión de enfrentamientos entre la policía israelí y manifestantes palestinos en Jerusalén. Los choques fueron creciendo exponencialmente hasta estallar en la mezquita de Al Aqsa en vísperas el inicio de un asimétrico duelo entre cohetes y cazabombarderos. Al menos 243 palestinos han muerto, entre ellos 66 niños y 39 mujeres, y 12 personas han perdido la vida en Israel, incluidos dos menores. Los heridos se cuentan por centenares en ambos bandos.
Estos son los hitos recorridos por la escalada de tensión en Oriente Próximo hasta llegar a la explosión del conflicto de Gaza y el cese de hostilidades bajo presión internacional.

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