La convención constitucional chilena de 155 miembros, que tendrá 365 días como máximo para redactar una nueva Constitución, se ha instalado este domingo en Chile. Lo ha hecho con dos horas de retraso, por los confusos incidentes que se han registrado en el exterior de la sede del Congreso en Santiago, la capital, con enfrentamientos entre grupos de manifestantes y Carabineros, que provocaron la interrupción de la ceremonia incluso con gritos de algunos convencionales que lamentaban la represión policial.
Pese a un arranque que fue calificado como un triste espectáculo, el órgano ha asumido sus funciones en una ceremonia liderada por la impecable actuación de la secretaria del Tribunal Calificador de Elecciones, Carmen Gloria Valladares, con el telón de fondo de las altas expectativas ciudadanas, el nerviosismo y la profunda desconfianza hacia las instituciones, la clase política y los diferentes sectores de la sociedad.
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La convención estará compuesta por 155 miembros, elegidos a mediados de mayo pasado. Como nunca antes en el mundo, las mujeres y hombres están representados paritariamente (77 y 78, respectivamente). Tiene una segunda peculiaridad: los 17 escaños reservados para las 10 naciones originarias, el mayor número que se haya establecido a nivel internacional para los pueblos indígenas en una asamblea de este tipo.
Con una derecha arrinconada, el centroizquierda disminuido y la irrupción fuerte de los independientes de izquierda, los constituyentes tendrán un año como máximo para acordar un nuevo texto que permita a Chile encauzar su crisis política, institucional y social que amenaza su camino al desarrollo.
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Algunos representantes, como el académico Agustín Squella, llegaron solos a los jardines de la sede del Congreso. Pero muchos arribaron acompañados por sus compañeros de lista, como lo hicieron los representantes de los pueblos originarios, que tienen 17 escaños reservados en la convención. Los representantes del pueblo mapuche, por ejemplo, realizaron temprano una ceremonia tradicional en el cerro Santa Lucía, un parque urbano del centro de la capital.
Los 27 representantes de la Lista del Pueblo, un grupo de independientes antisistema, convocaron a una concentración en el lugar donde emergió su organización: la plaza Italia, el epicentro de las protestas. Estos convencionales no solo llamaron a manifestarse, sino que a llegar hasta las puertas del Congreso.