Apenas hay un puñado de datos. El horizonte es aún confuso, turbio, impreciso. Una recuperación digna de su nombre está aún muy lejos. Pero España empieza a rebotar: tras un 2020 para olvidar, con la peor caída del PIB desde la Guerra Civil, una decena de indicadores recopilados por Columna Digital apuntan a que el motor de la economía vuelve a arrancar. Al invierno del descontento que dejó la pandemia le sigue una primavera más despejada: el Gobierno ve un rebote desde mediados de abril, sujeto a todo tipo de riesgos, y una aceleración en los meses venideros. La economía se la jugará en verano, con la temporada turística.
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Las grandes pandemias dejan un escenario de pesadilla, pero la historia sugiere que inmediatamente después suelen llegar tiempos interesantes. Rebotes económicos vertiginosos cuando las incertidumbres se desvanecen y la gente empieza a gastar. Destrucción creativa: empresas y sectores capaces de identificar nuevas oportunidades. Y riesgos políticos: a la gripe española le sucedieron los felices años veinte, pero después la llegada al poder de fascismos, comunismos y el resto de demonios del siglo XX. Las economías occidentales acaban de entrar en la primera fase, la del rebote tras el drama que dejaron la covid y el Gran Confinamiento. España llega un poco más tarde a esa ola, pero finalmente el rebote ya ha empezado, a juzgar por un buen puñado de indicadores que reflejan un cambio en el estado de ánimo de los agentes económicos.
Hay que hacerles preguntas a los datos. Y el carisma frío de las estadísticas demuestra que el rebote está ahí, en al menos media docena de cifras. Una: el empleo efectivo —la afiliación total a la Seguridad Social menos los ERTE y los autónomos con prestación— caía hasta febrero, pero empezó a recuperarse en marzo y creció con fuerza en abril, en casi 70.000 personas; el mercado de trabajo ha mostrado mucha más resistencia que en crisis anteriores. Dos: los indicadores de confianza mejoran tanto en el sector industrial como —lo más importante— en los servicios, con los denominados PMI en máximos de los dos últimos años. Tres: el consumo empieza a mejorar, por ejemplo en los datos de pagos con tarjeta. Cuatro: la industria ha despegado, como muestran los índices de producción industrial, el consumo energético o el consumo de cemento. Cinco: incluso los servicios empiezan a recuperar las constantes vitales, según las primeras estimaciones de reservas hoteleras. Y seis: casi todos esos números se resumen en uno solo, la aceleración de las cifras de vacunación y su correlato en forma de menos contagios, fallecidos y ocupación de camas hospitalarias por covid.
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