A dos semanas de las elecciones en Chile, donde los ciudadanos eligieron a los 155 redactores de una nueva Constitución, además de autoridades municipales y gobernadores, una de las principales esquirlas políticas apunta directo al corazón del sistema de partidos. En el órgano constituyente un 64% de los convencionales no militan, lo que no solo muestra la crisis en que se encuentran las agrupaciones, sino que augura la incapacidad de las estructuras tradicionales para demandar disciplina en la búsqueda de consensos. Empujados por los resultados, esta semana sectores de la izquierda han levantado una propuesta en el Congreso para que los candidatos independientes compitan en igualdad de condiciones con los candidatos inscritos bajo partidos políticos en las elecciones parlamentarias de noviembre.
“Es muy irresponsable, porque el objetivo de esa acción es barrer con los partidos en vez de permitirles renovarse”, opina Pablo Ortúzar, investigador del Instituto del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES). “Es el Partido Comunista alimentando el caos para usarlo como escalera. El Frente Amplio, como buena izquierda académica e inorgánica, está siendo usada como carne de cañón por los comunistas, para luego ser traicionados cuando convenga”, analiza Ortúzar, autor del libro El poder del poder. Según su opinión, “Chile podría peruanizarse, es decir, entrar en una dinámica de caudillos que van y vienen, sin líneas ideológicas claras y con un voto movido por el clientelismo”.
Para María de los Ángeles Fernández Ramil, cientista política y experta en reformas políticas, la iniciativa a favor de los independientes en las parlamentarias “se hace a partir de una lectura rápida del éxito de las candidaturas independientes para la convención constitucional”, que tendrá un año como mucho para redactar la nueva Carta Fundamental. “Ello revela la facilidad con que la clase política escapa de hacer lecturas más complejas de la realidad, pero también insinúa un fenómeno preocupante y ya alertado por la cientista política Claudia Heiss: el peligro de una desinstitucionalización de la política que lleve, desde una desaparición de las agendas programáticas colectivas a una atomización en agendas particulares”, dice Fernández Ramil.
Los partidos políticos tienen en Chile la credibilidad por los suelos. En una sociedad que desconfía de sus instituciones, las colectividades están en la peor ubicación de la tabla, según diversas encuestas. De acuerdo al último estudio del Centro de Estudios Públicos (CEP), la confianza en los partidos está en el 2%, por debajo del Congreso (6%), Gobierno (9%) o los tribunales de Justicia (12%). De acuerdo al informe Diez años de auditoría a la democracia del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con información anterior a las revueltas de 2019, “la democracia sigue siendo el régimen de Gobierno preferido por la ciudadanía”. No obstante, el estudio agrega que “desde la década de 1990 se mantiene un grupo, cercano al 20%, que en algunas circunstancias prefiere un régimen autoritario”, una de las cifras más altas de América Latina.
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