Por Abner Sebastian Cruz Becerra
Saltar del nido nunca ha sido nada fácil, mucho menos a la creciente incertidumbre, aunado a la idea de finalizar nuestros estudios, encontrar un empleo que apenas y alcance a cubrir las necesidades básicas y/o gastos fijos; independizarse, el sacar un crédito para adquirir una casa y terminarla de pagar a nuestros 45 años; la juventud tendría que ser esa libertad de comprar un mundo nuevo, pero esa delgada línea de pasar de juventud a la madurez se ve cada vez más lejana para las personas de 18 a 29 años.
La desigualdad que se vive actualmente y la escasa perspectiva de un futuro prometedor ante la falta de inserción laboral, la falta de experiencia, las limitaciones de capacidades laborales así como una pandemia mundial, generan un desencanto en los jóvenes; hay jóvenes que dejaron la adolescencia a temprana edad y optaron por los “miserables fajos” de billetes que les ofrece el crimen organizado, algunos porque les urgía la ropa de marca, aparatitos electrónicos, antros y todo aquello que tenga que ver con una satisfacción inmediata; esos jóvenes de plano no piensan en el futuro general y para todos, solo piensan en el futuro a corto plazo mejor para ellos.
Mientras que quienes sí creen en un futuro generacional, son aquellos jóvenes que, por una necesidad real en sus hogares, procuran o hacen lo necesario por acudir a la escuela y salen corriendo a un trabajo con el salario mínimo y hasta se desvelan para cumplir con sus tareas escolares, en el hogar y laboral, ellos sí creen en un futuro mejor, que no se conforma y no cae en una conformidad de estirar la mano al gobierno.
También está la juventud que se integra al ámbito político, algunos con liderazgo nato, algunos otros improvisados; donde para algunos, sobre todo para los improvisados es más importante la foto con X personalidad de la cúpula política, que verdaderamente marcar una agenda progresista para los jóvenes, y es que hoy en día los jóvenes líderes estamos divididos, ya sea por nuestra ideología política, por un estatus social-económico o porque simplemente no nos llevamos; ¡Qué tontos hemos sido!, porque si uniéramos verdaderamente fuerzas y sumamos nuestras canicas, tendríamos el control de la agenda política.
En resumen, la juventud de hoy, es una juventud egoísta, sin la capacidad de ver más allá, de ganar un espacio en el parlamento juvenil, o tener una Asociación con más fotos en cualquier red social; demostrando la opacidad de nuestra visión joven, negando a nuevas generaciones la posibilidad de incidir en las decisiones que se toman para nosotros y a veces por nosotros mismos, hoy cualquier joven de entre 17 a 25 años por 3,000 pesos toma un arma y asesina sin pena ni gloria para después comprar pañales y leche o peor aún, para después ir a demostrarle a los “amigos” que es capaz de compra una botella y compartirla entre 10 o más.
Ante estos tiempos de cambio, es necesario que aquellos que apenas entran el sector de “Jóvenes” aprendan y desarrollen herramientas necesarias para tener un empleo, donde el gobierno debe tomar como bandera principal el impulso de una educación adecuada a la actualidad, impulsando herramientas de aprendizaje basadas desde capacidades técnicas hasta la creación de empresas, para tener así nuevos jóvenes que aporten de manera directa e indirecta a la economía personal y del país.
Si bien nuestro futuro es incierto, ante una sociedad globalizada, más eso no nos esclaviza a tener un futuro peor que el de nuestros padres, y es que parece que como jóvenes estamos forjando nuestro andar a que así sea, salgamos y luchemos por nuestros sueños, por una mejor calidad de vida, exigiendo a todos los niveles de gobierno condiciones necesarias para en unidad construir una sociedad de derechos, que nos beneficie a todos, donde prefiramos primero ver crucificado nuestro cuerpo antes que ver amedrentados nuestros sueños y metas.
¡Por el bien de las juventudes!