Venezuela empieza a dar señales de que por primera vez esta combatiendo la pobreza, en los indicadores de la Encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano, realizada por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, que desde 2014 escruta las estadísticas con su encuesta anual de hogares.
La buena noticia del descenso de la pobreza a niveles de 2018, cuando la hiperinflación y la pandemia todavía no habían hecho estragos a la quebrada economía venezolana, tiene un contexto de inequidades que explican las distorsiones cotidianas de un país del que la gente se va por falta de empleo e ingresos, pero en el que se abren restaurantes de lujo cada mes.
“La movilidad aumentó a los niveles anteriores a la crisis de combustible de 2020. Es una buena noticia porque se recuperan los niveles de ingresos de la población y por ende hay un mayor disfrute de bienes y servicios”, explica el sociólogo Luis Pedro España, investigador de la Universidad Católica Andrés Bello. Hay un importante salto en la recuperación de los ingresos por sectores: los trabajadores públicos que suman más de 2,2 millones de personas tienen un ingreso promedio de 113 dólares al mes, más que hace un año, y en el sector privado alcanza los 149 dólares al mes.
Aunque han aumentado los ingresos, no ha cambiado la dinámica social, que configura las causas estructurales de la pobreza y está relacionada con el acceso a la educación, servicios y vivienda, en donde no ha permeado todavía ese crecimiento. La pobreza por causas sociales aumentó del 31 al 42% de 2019 a 2022 y en el mismo período la de ingresos se redujo de 69 a 58%. “Vamos a comenzar el 2023 y a la economía le puede seguir yendo bien, pero no a las familias” apunta el especialista. “Para que eso se convierta en bienestar social, necesitas políticas públicas y programas sociales muy distintos a los que tenemos ahora, que atiendan a esos venezolanos que no tienen las herramientas para acceder a ese crecimiento económico, pues llegaremos a un valle en el que no se va a poder seguir recuperando a la gente de la pobreza por ingresos”.
El colapso del modelo chavista basado en controles de la economía y expropiaciones llevó a Venezuela a su peor crisis contemporánea. Luego de un período de bonanza petrolera, dilapidada en corrupción y malos manejos, vino una brutal escasez de alimentos y medicinas sobre la que se montó una emergencia humanitaria compleja. A Nicolás Maduro le ha tocado revertir parte de los dogmas de la revolución bolivariana para sostenerse, con medidas que han permitido esta recuperación que también han ampliado la brecha de la desigualdad.
De acuerdo con los datos, los que están en el percentil de más ingresos en Venezuela son 70 veces más ricos que los más pobres. La desigualdad también tiene una correlación geográfica. Casi el 40% de los hogares más ricos están en Caracas, donde se concentran apenas 16% del total de hogares del país. Estos datos explican de alguna manera el fenómeno de las burbujas de la recuperación, sobre las que se ancla la frase y meme “Venezuela se arregló”. En términos de género también hay inequidades. En los cargos de mayor preparación de dirección, profesionales o técnicos, los hombres pueden ganar hasta 200% más que las mujeres, aunque en los empleos relacionados con tareas elementales y de baja calificación las venezolanas tengan una remuneración casi similar a los hombres, según esta investigación.
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