Los aficionados del Manchester United, la institución más rica y laureada del fútbol británico, redoblaron sus protestas contra los propietarios del club con una invasión del estadio de Old Trafford que tomó por sorpresa a la policía y forzó la suspensión del trasdcendental clásico con el Liverpool. Una victoria visitante habría coronado al City de Guardiola como campeón de la Premier.
Miles de personas se congregaron para despotricar contra Joel Glazer, responsable de embarcar al United en el proyecto de la Superliga Europea. Las columnas de hinchas convergieron después del mediodía en las inmediaciones del estadio, en el distrito de Stretford, y en las puertas del hotel Lowry, en el centro de Mánchester, donde se alojaba el equipo antes de viajar al campo. El encuentro, previsto para las 17:30, horario de Europa Central, comenzó retrasándose. Finalmente, pasadas las 18:00 el United emitió un comunicado en el que declaraba el partido cancelado hasta otro día sin especificar, decía, “debido a consideraciones de seguridad”.
La muchedumbre frenó la salida del autobús de los jugadores mientras cientos de manifestantes se colaban en el estadio desbordando a los empleados del club encargados de la seguridad. La invasión tuvo como objetivo cancelar el partido. “Queríamos provocar una gran disrupción y lo hemos conseguido”, declaró un hincha a la agencia PA. El boicot de la competición constituyó el mensaje más eficaz de los seguidores, incapaces de expresarse como lo hacían desde que la pandemia vació los estadios en marzo de 2020.
Los hinchas del United llevan dos semanas expresando su repugnancia hacia los hermanos Avram y Joel Glazer, dueños del club tras una controvertida adquisición en 2005. El inicio de la revuelta coincidió con el anuncio del ingreso del club en la Superliga que concibieron Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, y el banco JP Morgan. El proyecto, que en su carta fundacional incluyó a Real Madrid, Barcelona, Atlético, United, Arsenal, Chelsea, Liverpool, Tottenham, Manchester City, Inter, Milan y Juventus, pretendía una escisión de la Liga de Campeones de la UEFA para conformar una empresa paralela de acceso restringido a los clubes más ricos. Joel Glazer, según el anuncio publicado el domingo 18 de abril, ejercería de vicepresidente y Florentino Pérez actuaría como presidente.
“Millones a los Glazers, pero cuando llueve el techo gotea”, rezaba el cartel que portaba un seguidor, en referencia a los dueños estadounidenses, que también son propietarios de los Tampa Bay Bucaneers, campeones de la NFL, así como de conglomerados inmobiliarios y la petrolera Zapata Offshore, fundada por George H. W. Bush. “Este es tu funeral, no el nuestro”, decía otra pancarta, en referencia a las palabras de Florentino Pérez, que declaró que sin el modelo que él proponía la industria del fútbol moriría.
“50+1”, señalaba otro cartel, en relación a una idea que ha prendido en el imaginario de un importante sector de la afición inglesa. La propuesta de redefinir una nueva ley de propiedad de los clubes bajo la fórmula de 50+1, adelantada por Gobierno conservador de Boris Johnson, supondría importar a Inglaterra la regulación alemana, que garantiza la distribución de la mayoría de las acciones entre los socios para evitar el control unitario por parte de individuos sin escrúpulos.
Ni la dimisión de Ed Woodward, el presidente del United, ni una carta de Joel Glazer pidiendo perdón, cerró la herida abierta en la masa social. Los seguidores del United no se revuelven indignados contra la situación económica de una compañía que sigue siendo la más rentable del fútbol británico (580 millones de euros de ingresos al cierre del ejercicio 2019-20). Tampoco parecen enfurecidos por la marcha deportiva del equipo, segundo en la Premier y finalista virtual de la Europa League tras vencer a la Roma por 6-2 en la ida de la semifinales. Los hinchas estallaron por la Superliga.
Las imágenes del interior de Old Trafford emitidas por Sky mostraban a los hinchas paseando por la hierba, enarbolando banderines de córner unos, jugando a la pelota otros, haciendo fotos o lanzando bombas de humo. Los manifestantes se dieron un paseo de portería a portería antes de que los azafatos acabaran de desalojarlos pacíficamente, al parecer, gracias al riego por aspersión.
Menos pacífica fue la disolución de la manifestación fuera del estadio. Según Sky Sports, la gente no abandonó la explanada hasta que la policía no cargó con caballos. Gary Neville, el excapitán del United que actualmente oficia de comentarista y vocero oficioso de la revuelta, se unió a la protesta a pie de campo. “Todos los hinchas del fútbol deberían unirse hoy a lo que han hecho los seguidores del United”, dijo Neville, desde la hierba de Old Trafford, micrófono en mano. “Lo que los Glazer y los dueños de los otros 11 clubes implicados han querido hacer ha sido llevar al fútbol europeo a la inanición, destruyendo la ética de la competición”, dijo. “Los Glazer, Pérez, Agnelli, Laporta… son peligrosos porque amenazan la idea de igualdad de oportunidades y juego limpio en en fútbol europeo. No acepto las disculpas de Glazer. Dijo que quería reconstruir la confianza con los fans. ¿Qué confianza? Nunca se comunicó con ellos, nunca les habló. Está bien que protestemos. Pero mañana hay que legislar porque hay seis personas en el fútbol inglés a las que hay que quitarles poder”.
El comunicado oficial del United defendió la libertad de expresión, con reparos: “Nuestros fans son apasionados del Manchester United, y reconocemos completamente el derecho a la libertad de expresión y a la protesta libre. Pero lamentamos los contratiempos provocados al equipo y las acciones que colocan a otros fans, empleados y policías en peligro”. La Premier reprendió los hechos en la medida en que suponían una vulneración de los protocolos de seguridad frente al virus: “Comprendemos la fuerza de los sentimientos, pero condenamos todos los actos de violencia, daños criminales e invasión de la propiedad, especialmente los que suponen un incumplimiento de las normas contra el Covid-19″.
La Premier informó de que muchos seguidores invadieron zonas interiores de Old Trafford por donde pasan los futbolistas camino del campo y los vestuarios. La ruptura del protocolo de seguridad impuesto para frenar la pandemia de Covid-19 obligó a los organizadores a desinfectar las instalaciones antes de permitir el acceso a los equipos.