El chef catalán Ramón Freixa ha hecho un regreso notable a la escena gastronómica de Madrid, presentando su propuesta más personal y ambiciosa en el número 24 de la prestigiosa calle Velázquez. Este nuevo restaurante ocupa un espacio de 600 metros cuadrados que refleja la dualidad de su trayectoria culinaria y la esencia de su cocina. Tras el cierre de su local anterior en el Hotel Único, Freixa se lanza con determinación a recuperar sus dos estrellas Michelin, aspirando a conquistar el paladar de la capital con un enfoque que combina la alta cocina contemporánea con sabores profundamente arraigados en la tradición.
El restaurante se estructura en dos experiencias gastronómicas distintas: Ramón Freixa Atelier y Ramón Freixa Tradición. En la planta baja, el Atelier se presenta como un verdadero santuario de alta cocina, inspirado en la obra del artista James Turrell y diseñado para recibir a solo diez comensales. Cada plato que se sirve es concebido como una obra de arte, destacando la creatividad de Freixa en un entorno íntimo. Un ejemplo emblemático de su innovación es el “estudio del tomate”, que se reinventa con 19 versiones que varían cada temporada, simbolizando su evolución constante y su libertad creativa.
Accediendo a la planta superior, se encuentra Ramón Freixa Tradición, un espacio que homenajea sus raíces y la cocina familiar. Este ambiente, diseñado especialmente para el distinguido barrio de Salamanca, entrelaza la cocina clásica con el glamour del vecindario. Los sabores en este lugar son auténticos y directos, teniendo como plato estrella los canelones, una receta rescatada de su restaurante familiar, El Racó d’en Freixa. Otro plato que recuerda su infancia es el fricandó, que completa una oferta que se nutre profundamente de su historia personal. Freixa ha adoptado incluso elementos que nunca imaginó utilizar, como un botijo de Talavera de la Reina, utilizando maridajes que conectan aún más con su herencia cultural.
La estética del local, realizada por Alejandra Pombo, complementa la dualidad de la oferta culinaria. La decoración fusiona antigüedades madrileñas con recuerdos familiares, creando una atmósfera que evoca la calidez de la “alacena de la abuela”. En este entorno, cacharros de cobre del antiguo restaurante familiar se mezclan con obras de Saura y Vives Fierro, rindiendo homenaje a la burguesía catalana que frecuentaba el local de sus padres.
Freixa, junto a su pareja y socio David del Castillo, ha invertido considerablemente en este proyecto, sin buscar la intervención de inversores. Su propósito va más allá de conseguir galardones, anhelando que su restaurante se consolide como una “casa de referencia”, donde los comensales puedan disfrutar de su cocina a cualquier hora del día, con un horario de servicio continuo desde las 13:00 hasta las 23:30 horas.
En resumen, el nuevo emprendimiento de Ramón Freixa no es meramente un restaurante, sino una afirmación de principios. Se presenta como una perfecta fusión entre la rica tradición culinaria y la audacia de una vanguardia siempre en moverse hacia adelante. Con este regreso, Freixa ha creado un espacio que, al igual que su cocina, se convierte en un relato de sus sabores, recuerdos y su visión hacia el futuro. Atrae así a aquellos que buscan una experiencia culinaria significativa en el corazón de Madrid.
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