No hay peor venganza que la que se alimenta del despecho. Y peor aún si el despechado es un gánster y guarda una ristra de secretos turbios. Es lo que ha ocurrido con el mafioso turco Sedat Peker, huido del país y a quien, en una serie de vídeos que ha publicado en internet, se le ha soltado la lengua y ha acusado de graves delitos a exministros y cargos en activo del Gobierno de Recep Tayyip Erdogan, al que hasta hace poco apoyaba y del que había recibido incluso escolta oficial. El Gobierno turco ha desmentido las acusaciones -si bien algunas personas han confirmado parte de los hechos relatados por Peker-, pero los vídeos han sacudido el debate público. Conocedores del turbio mundo del hampa consideran que estas revelaciones confirman que la mafia ha resurgido en Turquía y ha ganado peso político en los últimos años.
Condenado dos veces como líder de una organización criminal a la que se atribuyen extorsiones y asesinatos, Peker salió de la cárcel en 2014 y, desde entonces, destacó como ferviente defensor de Erdogan, participó en manifestaciones y actos gubernamentales, e incluso amenazó de muerte a líderes de la oposición y con “darse un baño en la sangre” de los académicos que firmaron una petición criticando la ruptura del proceso de paz kurdo en 2016. “Todo lo que dije de la sangre fue en beneficio del Gobierno. Porque en ese momento era necesario crear un clima de miedo”, ha afirmado Peker. Por aquello fue absuelto en un juicio por amenazas, ya que el tribunal consideró que sus declaraciones estaban protegidas por la “libertad de expresión”. También ha confesado en uno de los vídeos que en 2015 dirigió a una muchedumbre de jóvenes seguidores del partido gubernamental AKP en su ataque a la sede del diario Hürriyet -entonces crítico con el Ejecutivo- para forzar su venta a un empresario cercano al poder. “Nuestra organización juvenil no sabe bien cómo hacer estas cosas”, asegura Peker que le dijo un diputado del AKP cuando le encomendó supuestamente la misión.
“Peker ha comenzado a sentir que lo han utilizado y lo han dejado a un lado”, explica el periodista Cengiz Erdinç, autor del libro Overdose Türkiye, sobre la mafia y el narcotráfico. Especialmente debido a la renovada presencia en la escena pública de Alaattin Çakici, un mafioso amnistiado el pasado año y que ha sido respaldado por Devlet Bahçeli, líder del partido ultraderechista MHP y aliado de Erdogan. Tanto Peker como Çakici proceden de la llamada mafia ülkücü (ultraderechista), pero, según sostiene el profesor Ryan Gingeras, experto en Historia de Turquía y en crimen organizado, ambos están “enemistados” desde los años noventa: Çakici es de una generación anterior y no le gusta la atención mediática que siempre ha buscado Peker, ni que se ventile la política interna del hampa y sus relaciones con la política.
El año pasado, Peker huyó a Macedonia del Norte tras conocer que se había reabierto una investigación judicial sobre sus actividades; luego se refugió en Kosovo, Montenegro y, ahora, supuestamente, se halla en Emiratos Árabes Unidos. El mafioso asegura que pudo huir de Turquía gracias a un chivatazo del propio ministro de Interior, Süleyman Soylu, con quien hasta ahora tenía muy buena relación y a quien asegura haber ayudado en su carrera política desde “hace 20 años”. Varios periodistas han reconocido haber hecho de mediadores entre ambos. Peker afirma que se le había prometido que en abril de este año podría regresar a Turquía y, sin embargo, lo que ocurrió fue que el chalet del mafioso fue asaltado por la policía y su mujer e hijas levantadas de la cama a punta de pistola. Esta fue la gota que colmó el vaso.
La nota precedente contiene información del siguiente origen y de nuestra área de redacción.