“No vengan”. Esas dos palabras marcaron el primer viaje oficial al extranjero de Kamala Harris, la vicepresidenta de Estados Unidos. Las palabras desataron una ola de críticas en Estados Unidos.
Harris no es la primera alta funcionaria del Gobierno de Biden que lanza un mensaje para desincentivar la inmigración ilegal. La vicepresidenta, la primera mujer que ostenta el cargo, lo hizo sin embargo desde Centroamérica con un jefe de Estado a su lado, el guatemalteco Alejandro Giammattei. “Esto es decepcionante”, consideró la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, a la izquierda de los demócratas, quien recordó en un tuit que migrar como refugiado a Estados Unidos es legal y que su país ha pasado décadas “desestabilizando” América Latina.
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No para los migrantes, sino para los ciudadanos estadounidenses y, especialmente, para los republicanos. “Es una frase que pudo haber dicho Trump. Es un mensaje a corto plazo para los republicanos porque debilita las señales que Trump ha dado de que no se está haciendo nada en la frontera”, afirma Pereyra, quien subraya que el mensaje estaba codificado.
Guatemala y México han proporcionado a la vicepresidenta su primera experiencia en política internacional. “Como figura política crece al negociar y navegar temas trascendentales con jefes de Estado”, considera Andrés Martínez, profesor de Periodismo de la Arizona State University y analista de la relación bilateral de EE UU y México. “Históricamente los vicepresidentes salían del país solo para representar al comandante en jefe en inauguraciones o funerales”, añade.
En la misma entrevista, la número dos de Biden, que ha quedado de facto encargada de la relación con México, uno de los socios comerciales más importantes de Estados Unidos, afirmaba que la situación en la frontera estaba mejorando. Mayo batió nuevamente los récords en un año que registra la más alta migración ilegal en dos décadas. Marzo fue el primer mes en el que se rompió el máximo de llegadas con más de 173.000 cruces de la línea fronteriza. Abril lo superó.
Sí ha disminuido el número de menores solos que migran a Estados Unidos. Comienza a cambiar el que fue el rostro más distintivo de la crisis que enfrentó la Administración de Biden en sus primeros meses. En marzo llegaron sin acompañantes casi 19.000 niños y adolescentes migrantes. En mayo fueron 14.158, un 26% menos. Lo que sigue creciendo es el número de mexicanos que cruzan la frontera.