El estallido social de Colombia ha alcanzado el fútbol. Las imágenes de jugadores que se frotaban los ojos y la garganta mientras batallaban para terminar sus partidos en medio de gases lacrimógenos que llegaban desde afuera del estadio, en medio del estruendo de las protestas contra el Gobierno de Iván Duque que ya cumplen más de dos semanas, se transmitieron en directo a todo el continente. Aunque las jornadas de la Copa Libertadores de clubes que se disputaron esta semana pretendían proyectar normalidad, solo consiguieron enviar un mensaje perturbador.
Colombia acumula más de 40 muertos en el marco de todo tipo de protestas, disturbios y enfrentamientos entre manifestantes y la fuerza pública. A pesar de la delicada situación interna, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) ha ratificado la realización del torneo de selecciones más antiguo del mundo por primera vez de manera conjunta en dos países, Colombia y Argentina. Ambos además afrontan un momento crítico por el repunte de contagios de la covid-19, aunque tienen en marcha sendos programas de vacunación que no avanzan a la velocidad requerida.
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La idea de los directivos ha sido celebrar esta inusual edición entre el 13 de junio y el 10 de julio, en paralelo a la Eurocopa para unificar calendarios en ambos continentes. Pero ha estado llena de traumatismos. Iba a disputarse el año pasado y fue postergada hasta 2021 por la pandemia, como la Eurocopa. Ahora se añade la convulsión social en Columna Digital andino, que debe albergar 15 partidos, incluida la final en Barranquilla. La sede de Colombia “sigue firme” y “nunca estuvo en duda” para la Conmebol, según han afirmado fuentes de la institución en declaraciones a AFP. Sin embargo, la incertidumbre va en aumento.

Manifestantes se enfrentan a la policía afuera del estadio Romelio Martínez de Barranquilla durante un partido de Copa Libertadores entre el América de Cali y el Atlético Mineiro.
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