La crisis de la covid-19 ha destacado la necesidad de afrontar un cambio estructural en nuestro modelo productivo, ambiental y social. Las instituciones gubernamentales han planteado, con atino, la recuperación económica de la crisis post-pandémica no solo con el objetivo de reactivar la economía, sino también con una visión transformadora que modifique las estructuras de un modelo que nos llevaba al colapso.
La orientación de la recuperación debería tener tres pilares: cohesión social, sostenibilidad ambiental y cambio del modelo productivo (basado en las herramientas de la última revolución tecnológica). El paquete de estímulo Next Generation EU y el European Green Deal van en esa dirección.
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Como hemos visto estos meses, uno de los elementos esenciales para dicha transformación pasa por redefinir el modelo de movilidad. Las urgencias relacionadas con las emisiones, el impacto de las nuevas tecnologías en el modo de producción y consumo y la voluntad ciudadana de recuperar el espacio público representan los retos esenciales para las administraciones y las empresas.
En este sentido, algunas ciudades han empezado a replantearse la organización urbanística y pensar en diseñar un nuevo modelo de movilidad que contribuya a hacer las ciudades más cómodas, habitables y ambientalmente más saludables y sostenibles. El modelo de la ciudad de los 15 minutos, que aspira a una policentricidad en la que un residente pueda llegar a todo lo que necesita en un cuarto de hora a pie o en bicicleta, ejemplifica este cambio.
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La nueva realidad se configurará también a partir de las características de los operadores. La sostenibilidad y la inclusión social no pueden ser fuente de transformación si las empresas no lo adoptan en su función de producción. Las implicaciones laborales y de justicia empresarial también deberían formar parte de la ecuación.
Un buen liderazgo de la Administración debe ser un pilar básico para alcanzar estándares efectivos y satisfactorios en la cohesión social y territorial. La movilidad es una de las piezas esenciales del gran engranaje de cambio que requiere nuestra actual sociedad; se hace necesario administraciones proactivas, abiertas e innovadoras, que busquen en el operador un aliado eficaz para dicha transformación. Flexibilidad, transición energética e impacto social van a ser los elementos por donde van a ir los requerimientos
A España le corresponden casi 70.000 millones de euros de los fondos europeos de recuperación. Más del 30% de estos irían a la industria de la movilidad, la construcción y la Administración Pública. Es una buena oportunidad para acercarnos al nuevo mundo que pretendemos construir.