No sabemos si nos jubilará pronto un algoritmo, pero al menos podemos debatir sobre ello con argumentos, los que ha puesto sobre la mesa Lucía Velasco. Esta economista, madrileña de 39 años con experiencia en el Congreso, en Moncloa y en la Comisión Europea pone luz en los peligros y ventajas del asunto en ¿Te va a sustituir un algoritmo? (Turner).
Pregunta. ¿Los algoritmos nos cambian? ¿Lo han hecho ya?
Respuesta. Están influyendo en nuestras vidas más de lo que creemos y hay que cuidar de que no nos condicionen. Son una herramienta que viene a quitarnos trabajo.
P. ¿Se aplican ya en recursos humanos?
R. Sí. En EE UU los procesos de selección previa se hacen muchas veces por gestión algorítmica, mediante programas que detectan palabras. Si sabes qué palabras utilizar vas a pasar el filtro del algoritmo. Hay sistemas incluso que te hacen entrevistas, detectan tus movimientos faciales, el tono, tu pronunciación.
P. ¿En España no?
R. En esto no hay transparencia. Nadie tiene un registro de algoritmos y nadie comunica en qué los está utilizando.
P. ¿Y eso puede tener buen resultado?
R. Para mí obviamente no, pero es más eficiente una máquina seleccionando en base a unos parámetros que una persona escuchando y ahí está el quid de la cuestión. Si los que hablan con acento británico y determinado nivel sociocultural pasan el filtro, estás limitando el acceso a una parte de la población.
P. ¿La digitalización es algo que debemos temer o dominar?
R. La tenemos que gobernar, entender cómo impacta en las personas y detectar si hay fuente de conflicto. Ahí es donde deben estar las políticas públicas. Pero la digitalización bien gobernada y aplicada es fuente de prosperidad. Nos quita tareas pesadísimas que no aportan y en las que las máquinas son mucho mejores.
P. La sensación es que hay unos pocos beneficiados y muchos perjudicados.
R. España parte de un mercado laboral roto, dual, con una temporalidad y precariedad que aumenta en un contexto de cambio tecnológico y de crisis. Eso afecta especialmente a los jóvenes y lastra los proyectos de vida y emancipación de la gente.
P. ¿Ve peligro en esta brecha entre jóvenes y mayores?
R. Veo peligro en enfrentarlos. Me apena que se empeñen en enfrentar generacionalmente a dos bloques de población. Aquí no hay ni buenos ni malos. Yo ya no me considero joven, pero toda mi generación milenial vive con esa sensación de que te pueden echar en cualquier momento y que nunca tendrás hipoteca ni ahorros. Te queda heredar o ya veremos.
P. Nos vamos a dividir pronto entre herederos y gente que no herede. ¿Quién les enfrenta?
R. Hay un discurso general de que la gente mayor tiene muchas ventajas y los jóvenes están muy mal. ¿Eso significa que hay que quitar la pensión a quienes han trabajado toda la vida? Hay que dejar que la gente termine su vida tranquila y ocuparnos de lo demás. No quitar a uno para darlo a otro.
P. ¿La mejor política industrial es la que no existe?
R. No. Hay que reindustrializar España en clave digital. Entender en qué queremos competir, distribuir territorialmente esas apuestas y formar a la población. Podemos competir en ciberseguridad, vehículo eléctrico, baterías, educación digital…
P. ¿Tenemos una formación digital suficiente?
R. No. La capacitación digital debe ser en diferentes niveles. No todo el mundo tiene que ser arquitecto de sistemas, analista de datos, diseñador… hay un montón de nuevas profesiones en la economía digital y tenemos unas potencialidades enormes porque tenemos el español de nuestro lado. Hasta EE UU va camino de acabar hablando español.
P. ¿Entiende el abandono masivo de trabajo, la Gran Dimisión?
R. La gente está bastante harta y al límite. La pandemia y la pospandemia han quitado el miedo a saltar al vacío. Nos hemos dado cuenta de que no todo vale. No podemos vivir como un hámster en la rueda. Hay que tomar el control de nuestras vidas e intentar ser felices.
P. Parafraseando su libro: ¿Le va a sustituir un algoritmo?
R. Nos va a acompañar. Sustituir es una palabra muy grande.
P. En su libro compara la digitalización con la era atómica.
R. La ONU establece esa comparación porque impacta en todos los ámbitos de nuestra vida y, si no se le pone límite, puede acabar pasándonos por encima. Hay que gobernar la tecnología y asegurar que responde a los intereses de las personas.
P. La digitalización también está excluyendo a los ancianos.
R. Me preocupa muchísimo. Siempre tiene que haber alguien que atienda a otro ser humano. Además, tenemos que asegurarnos de que todos estén cubiertos. El acceso de buena calidad a internet tiene que ser un bien de primera necesidad. Como la tarifa de último recurso de la luz, que se le pague a quien no puede. Tiene que haber un ordenador o tableta por persona y tenemos que tener conexión para ejercer nuestros derechos, porque nuestra vida empieza a estar ahí.
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